Capítulo II: La advertencia de la caida

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Escena 1:

Viajando en un autobús a través de una carretera enmedio de un gran bosque de frondosos árboles, Noroi veía el paisaje con detenimiento, no era algo que le gustará, pero estaba tan aburrido que prefirió hacer eso a estar estático durante una hora hasta la llegada a su destino. Al desviar la mirada por un momento al interior del autobús, se percato de una mujer que le observaba, aunque no podía verla bien al estar en extremos opuestos del autobús noto que tenia algunas quemaduras en el rostro y unos ojos naranjas como el fuego.

- ¿Que carajos? - Se cuestiono Noroi a sí mismo estando extrañado por el "acoso".

Escena 2:

Llegando a la central de autobuses, Noroi bajaba rápidamente para alcanzar a la mujer que lo había vigilado repetidas ocasiones durante todo el transcurso del viaje. Tras alcanzar a aquella mujer la tomó del brazo para frenarla y posicionarse frente a ella. La chica vestía una playera azul marino sin mangas y un pantalón de mezclilla, además de unos tenis blancos. La fémina mostraba una piel bastante pálida, una complexión delgada y estatura ligeramente inferior a la de Noroi, cabello negro bastante corto y alborotado, sus ojos naranja como el sol, labios delgados, nariz pequeña, sobre su ojo izquierdo tenía una gran quemadura que extendía hasta su mejilla y en el derecho una quemadura ligeramente mas pequeña. Era una mujer bastante peculiar.

- ¿Se le ofrece algo? - Preguntó la fémina de forma fría manteniendo educación - Tengo algo de prisa - Explicaba manteniéndose calmada.

- ¿Por qué me vigilaba? - Cuestiono Noroi bastante molesto por ello.

- No lo vigilaba - Negó la chica con seriedad en su hablar - Que usted crea eso representa un severo problema con un delirio de persecución - Explicaba con seguridad en si misma.

- Puta - Insulto Noroi sin titubear.

Si dependiera de Noroi, este se hubiera quedado a discutir durante días con la chica, sin embargo, tenía bastante prisa, así que decidió dejar el tema ahí y salir corriendo de la central de autobús soportando su enojo. La chica vio como Noroi se alejaba, a lo que alzo una ceja con intriga, debido a que Noroi se le hacia familiar, creía conocerlo de algún lado.

Escena 3:

En la gran mansión central de la Sociedad Condenada, descansaba plácidamente el tal Narciso, recostado sobre una gran cama, envuelto en una bata, usando pantuflas felpadas y bebiendo una copa de vino. Su relajación se vio interrumpida cuando el teléfono sono. Contestó de inmediato para más pronto colgar y continuar con su descanso.

- ¿Bueno? - Atendió Narciso manteniendo ese tono de voz relajante para el oído.

- Mucho gusto. Me llamo Aimi y vengo a unirme a su sociedad - Se presentaba la fémina con la que Noroi había interactuado en la central de autobuses.

Al oír esto, Narciso mostró una sonrisa carismática y dulce, se levantó de la cama sin despegar el teléfono de su oreja, asomándose por la ventana tratando de alcanzar a ver la pared de piedra que rodeaba el terreno, aunque esto era imposible por la distancia.

- Mucho gusto, señorita Aimi - Saludaba Narciso de forma educada - Pronto alguien la recibirá en la entrada - Explicaba entusiasmado por recibir un nuevo miembro para su sociedad.

Escena 4:

Tras haber corrido como desesperado unos cuantos kilómetros seguidos, los ojos de Noroi, que habían llevado un buen rato con pupilas amarillas, regresaron a ser completamente blancos otra vez, demostrando que su habilidad había dejado de tener efecto. Noroi había llegado frente a una especie de iglesia, en la cual, al adentrarse, se encontraba un grupo de personas con gran variedad de edades y sexo. Estas personas vieron a Noroi con cierta familiaridad.

- ¡Ha pasado tiempo! - Exclamó Noroi con cierta nostalgia en sus palabras - La última vez que vine fue con Nadine a donar ropa - Recordaba decaído por la muerte de Nadine.

- ¿Que te trae por aquí, Noroi? - Preguntaba el padre con un tono frío.

- ¿Aquí es donde uno confiesa sus pecados o algo así? - Preguntaba Noroi con un tono burlon.

Los pasos de Noroi resonaban en toda la iglesia hasta llegar a donde se encontraba el grupo, se sentó en una silla detrás de ellos, analizando lo que hacían, teniendo una mirada juzgadora en sus ojos. Los presentes iniciaban a sentirse incómodos. El padre suspiro con pesadez, sabia que lidiar con Noroi era algo bastante complejo.

- ¿Todo bien, Noroi? - Preguntaba el padre tratando de ser amable.

- Nadine murió - Contaba Noroi mientras colocaba sus manos bajo su menton - Y yo no hice absolutamente nada para evitarlo - Comentó sintiéndose patetico ante ese detalle que obviamente no era su culpa.

- Nadine... - Murmuró el padre reflexivo. Veía a Nadine como un modelo a seguir a pesar de ser un ateo a mucha honra - Quienes lo conocimos en vida lo extrañaremos - Expresaba dando el lamento a su muerte.

- En este mundo de monstruos como yo... - Mencionaba Noroi teniendo una voz temblorosa que no logro controlar debido a la tristeza - ¿Cree que haya una posibilidad de encontrar a uno que reviva a los muertos? - Cuestionaba desesperado.

- Noroi, sabes que esa no es la respuesta - Contestaba el padre, preocupado de cierta forma por las palabras de Noroi.

Hubo un breve silencio. Los presentes murmuraban al respecto, a algunos les había interesado la posibilidad de un condenado con esa habilidad, aunque al padre no terminaba de agradarle la idea pues no consideraba prudente ir en contra de el orden de la naturaleza y la palabra impuesta por Dios.

- Eres fuerte, capaz de tomar un país si quisieras - El padre halagaba a Noroi - Pero siempre has actuado de forma estúpida - Juzgo de forma negativa - Y en serio me asusta lo que hagas sin Nadine controlando lo que hagas - Temía.

- Pues aun no he descubierto como revivir a los muertos - Comentaba Noroi tratando de tranqulizar al padre - Y no creo que pase pronto - Agrego.

Escena 5:

En las cabañas de la Sociedad Condenada, la gente festejaba la llegada de Aimi de forma alegre, les agradaba recibir gente nueva. Aimi era el foco de atención, y de cierto modo, le agradaba eso, que la gente se interesará por ella. En el fondo, recargado en un árbol, Narciso observaba a los presentes manteniendo su sonrisa que ya parecía estar trabada desde hace mucho tiempo impidiendo que su rostro regresara a la normalidad.

- Que linda es... - Murmuró Narciso sintiendo un poco de vergüenza.

- ¿Le gusta, joven Narciso? - Preguntaba un pelirrojo que se acercaba a él con un vaso de cerveza - No creí que usted tuviera la capacidad de sentir esa clase de interés - Comentó de forma burlona.

- Solo creo que es linda - Contestó Narciso manteniéndose a la defensiva.

El pelirrojo bebió su vaso de cerveza, viendo a Narciso de forma risueña, manteniendo sus ojos ocultos con su pelo. Narciso desvío la mirada algo intimidado, no confiaba del todo en el pelirrojo pero tampoco podría echarlo del lugar, seguro los miembros de la sociedad lo cuestionarian por tal acto sin ninguna justificación.

- Nos vemos, joven Narciso - Despedía el pelirrojo agitando la mano mientras se alejaba a paso acelerado - Espero su pronta caída a manos del Rey de los monstruos - Advirtió entre risas.

Ese último comentario dado por el pelirrojo atrajo la atención de Narciso, no debía tomar las advertencias de ese sujeto tan a la ligera, pero era absurdo pensar que el "Rey de los monstruos" aparecería ante el solo para causar su caída, ese sujeto no tenía nada que hacer cerca de su sociedad.

- Bien, si viene, lo dominare - Se dispuso Narciso de forma arrogante, seguro de sus palabras.

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