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La castaña se apresuró a llegar junto a Luffy, empujando su cabeza hacia abajo para llamar su atención.

—Muchacho-capitán, estamos en problemas, yo sugiero que- —desvió la mirada queriendo señalar el barco de Luffy para decirle que huyeran, pero este ya estaba lejos en el horizonte donde ella apenas podía verlo—. No puede ser, ¿No amarraron su barco? —fue algo lógico para ella, atando cabos, el sombrero de paja y sus hombres no parecían los más listos.

—Mi navegante lo tomó —sonaba desinteresado, a Tomo le llevó unos segundos comprender que se lo habían robado.

—¿Es una broma? —le soltó empujando su cabeza de nuevo.

—¿Qué más da? —el espadachín de cabello vede hizo un ademán con su mano—, deja que se vaya, no la necesitamos

—¡Yo la quiero, es mi navegante!

—¡Qué capitán tan testarudo!

—¡Debemos irnos de aquí! —interrumpió la jóven más alto. Todos los pares de ojos voltearon hacía ella—, viene un verdadero pez gordo y no creo que nadie aquí este a la altura de salir vivo —señaló.

—Mm —Luffy pareció meditarlo unos segundos, fijo su vista en el mar y apretó los labios— ¿Aún tienen su barco? —al recibir un asentimiento de sus compañeros habló una vez más—. Zoro, Ussop, vayan a buscar a Nami

—¿Dónde vine a meterme? —Tomoe se llevó las manos a la cabeza, creyendo ser la única dimensionando la gravedad del asunto—. Tenemos que irnos

—No podemos —el azabache empujó un dedo contra el estomago de la chica, picandolo dos veces—, aún trabajamos en el restaurante, les debemos dinero

Ella le apartó de un zape y bufó, recriminandose a si misma estar metida en este aprieto. Luffy ya parecía estar totalmente de acuerdo con que su deuda era compartida, y quienes ahora serían sus compañeros voltearon a verla otra vez, un poco confundidos. El espadachín la miró con desdén de arriba hacía abajo, como desconfiando de su presencia.

—No mentía, sí eres enorme —no tuvo reparos en simplemente decirlo, monótono y directo mientras buscaba su mirada; el capitán había hablado de ella por días y era la primera vez que la tenía tan cerca.

—Espero que no sea un problema —se volteó y lo enfrentó directamente, aunque él no parecía querer ofenderla en realidad—. Roronoa Zoro —qué irónico verlo entre piratas; era fácil reconocerle, tenía una apariencia particular, había oído del caza recompensas que viajaba por aquí y por allá algunas veces. Aunque creyó que tal vez sería más viejo. Más alto.

—No lo es, ¿Te conozco? —fue sincero, alzo una ceja al preguntar, sintiendo algo familiar.

Su pequeña charla fue interrumpida por gritos de advertencia, en lo que quedaba de la triste flota pirata, en el agua, hubo hombres que lloriquearon y bociferaron por la llegada de Dracule Mihawk.

Tomoe lo conocía, lo había visto una vez, sabía de qué era capaz con solo mover un dedo. Y le dió escalofríos saber que estaba allí, incluso sin ser su blanco.

—Ese hombre —Zoro parecía absorto, sus pupilas se achicaron y le dio la espalda a todos para aferrarse al barandal del Baratie e intentar ver mejor—. Es el hombre que he estado buscando —dijo entre dientes—. Mihawk Ojo de Halcón

Ella había creído que era meramente otro nombre, un pobre diablo que se alzaba entre los demás autoproclamandose el mejor; pero era un hombre al que difícilmente se le arrancaba una palabra. Dracule Mihawk se había presentado ante ella, pasando sobre su figura sin esfuerzo, rasgando su costado izquierdo como un rayo, imperceptible.

𝔊𝔦𝔞𝔫𝔱 𝔴𝔬𝔪𝔞𝔫 ⇝ ⁽ˢᵃⁿʲⁱ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora