Capítulo 12

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A la mañana siguiente, Sasuke y Sakurai se encontraron en el campo de entrenamiento antes de la salida del sol. A ambos se les notaba la ligera carga de falta de sueño al levantarse tan temprano. Como no, Minako tardó media hora más en llegar. Haruno no tardo ni 5 segundos para recriminarle la tardía.

— Sí sí, ya sé que llegue tarde. — fingió estar ofendida por el "regaño" — ¿Pero acaso Kakashi-sensei no ha llegado todavía? Entonces no hay ningún motivo para haber llegado antes, no podemos empezar si no está él.

— Ya qué. Igual no me harás caso. — suspiro rendido el mayor solo por unos meses.

— Correcto. — sonrió la rubia.

— Callaos de una vez. — exigió silencio el tercero en el lugar.

— Amargado. — contestaron a la vez los otros dos.

Minako se sentó en el suelo junto a sus compañeros que al parecer estaban así por la larga espera y lo mucho que parecía faltar de ella.

— ¿Qué se supone que haces? — dijo el azabache molesto dirigiendo su mirada a sus piernas cruzadas.

— Tengo sueño. — dijo la chica también molesta. Ahora Sasuke tenía la cabeza de su mejor amiga en su regazo.

— Haber dormido en la noche, ahora te aguantas despierta. — intentó zafarse de ella empujándola.

Y así, después de una corta pelea digna de 2 niños recién entrados a la academia, acabó con una victoria para la Uzumaki.


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— Despierta maldita perezosa. — golpeó la cabeza de la que estaba durmiendo encima de él.

— Qué forma más violenta de despertar a alguien. — recrimino a la vez que se levantaba.

La figura del profesor se podía ver a pocas decenas de metros de donde estaban los alumnos. El trío se levantó del suelo preparado para regañar a su mentor por las horas de tardanza, o solo para dos de ellos, para una solo fueron unos minutos.

— Buenos días. — Saludo el peliblanco, eso parecía solo pudiendo ver sus ojos.

— ¡¿A QUIÉN SE LE OCURRE LLEGAR TAN TARDE CUANDO ÉL MISMO PUSO LA HORA?! — exclamó muy molesto Sakurai.

— Aah, un gato negro se cruzó en mi camino, así que... — al ver que eso no estaba ni cerca de convencer a sus estudiantes, opto por fingir una pequeña tos. — Vamos a empezar.

Los niños lo miraban como a un hombre extraño y algo excéntrico. Y mucho más después de colocar sobre un tronco cortado el reloj más feo y horrible que alguien pudiera comprar, cuanto más lo veías más horrendo te parecía.

— Bien, alarma para las 12 en punto. — dijo y seguido pulso el botón del reloj. Alzó un par de cascabeles con unos pocos dedos para mostrarlos — vuestro objetivo es quitarme un cascabel antes del mediodía. — seguido, le dio un pequeño bote a los cascabeles para provocar su característico sonido.

Ella no escuchaba nada de lo que el profesor decía. No podía separar su vista del metal. No sabía que parte de ellos lo hipnotizaba más. Haciéndose preguntas como: ¿su padre habría usado los mismos o eran otros diferentes?

Esta última pregunta hacía que su estómago se revolviera en nervios y emoción, animándola a robarle uno durante la actividad.

— El que no pueda quitármelo se quedará sin almuerzo. Os ataré ahí y comeré delante vuestro. — añadió arrastrando las letras de forma divertida mientras veía las caras de fastidio de sus estudiantes.

Minako // Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora