♪07♪

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|El presente: esa porción de la eternidad que separa el dominio de la decepción del reino de la esperanza|

Los gritos de desesperación rasgaron la garganta de aquella mujer. Con solo escucharla, se podría sentir cómo cada sentido se altera hasta ponerte los pelos de punta. Tal es el dolor que ella denota en sus quejidos, que se es capaz de sentir lo que ella experimenta al retorcerse en extrañas posturas.

Y la pequeña Emma también es capaz de sentirlo.

Las marcas alrededor de su cuello han comenzado a cambiar de un tono rojizo a un morado ligeramente oscuro. Ella las toca con miedo y sus diminutas pero temblorosas manos. Aún cree sentir las delgadas pero fuertes manos de su madre apretando su cuello con un odio desmesurado.

Y es que su madre había intentado nuevamente asesinarla. Esta vez, lo había hecho con sus propias manos. Como se lo había advertido dos semanas atrás.

De no ser por la fuerza de su padre, junto a otros dos hombres, el frenetismo de esa mujer jamás hubiera sido detenido. Su madre no deja de repetir entre gritos que aquella niña debe debe morir. Que todo lo malo terminará si acaba con ella. Sus palabras incoherentes no dejan de rondar por la mente de la chiquilla, quien aún se encuentra recostada en el suelo, viendo desde su perspectiva, el cuadro de su madre ansiando su muerte.

Emma entonces no se da cuenta por las lágrimas que derrama por toda la alfombra bajo su rostro, pero su indefenso cuerpo no ha dejado de temblar. Y con tan solo once años de edad, se reprende por su estupidez al haberse permitido creer que su madre había comenzado a cambiar. Que su madre realmente no tenía control sobre sus acciones. Que todo era culpa de sí misma, por ser capaz de ver 'eso'. Si tan solo... ella hubiera nacido siendo como cualquier otra niña.

Pero ese nunca había sido su caso. 

↪♥↩

—No tengo idea de por qué nos han enviado hasta este lugar. Está muy oscuro y las linternas no tienen la suficiente potencia. Honestamente, ¿cómo pueden disfrutar de hacer estas cosas?

Nadie en el grupo rebate lo dicho en voz alta por Gillian, pues hasta donde recordaban, las exploraciones urbanas que habían realizado en el pasado solían ser misteriosas y estúpidamente entretenidas. Pero el ambiente de este lugar es extraño, diferente de cualquier otro que ellos recuerden. 

—Yo diría que esta vez, Gilda nos la ha jugado muy bien... Argumenta Ray ignorando la pregunta y casi reclamo de la de rubia que tiene como compañera. —Todo esto empieza a darme mal rollo.

Y es que como toda mansión antiquísima, y siendo parte de la enorme variedad de construcciones de fines del siglo XVII, estando abandonada y olvidada nada más que por empolvadas y ya faltas de vida de enredaderas, aquella construcción es digna de un aura de terror. Tal como lo eran durante el barroco, las formas de la construcción eran ampulosas, ricas y con predominio en la línea curva cerrada.

Las estatuas de ángeles de formas redondeadas entre nubes, los soles nimbados con el monograma de Cristo y las distintas figuras que ellos encontraron durante todo el camino hacia quién sabía qué, les hace tener la piel toda como de gallina. Y si a eso suman los factores, de estar en medio de una noche fría, oscura y silenciosa; suposiciones realmente espeluznantes que no dejan de rondar la mente de ellos y el que Gilda les hubiera confesado sus verdaderas intenciones... Bueno, todos ellos merecían un respiro. Pero no hay tiempo para ello, o eso les había dejado muy en claro la peliverde.

Hierofanías y Psicofonías de Amor [TPN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora