La chica del metro (pt.2) - Rusmar OT 23

Cap.10

La luz del sol se filtraba a través de las copas de los árboles mientras el camión de mudanzas se estacionaba frente a nuestro nuevo edificio en Malasaña. El corazón me latía con fuerza de la emoción y los nervios. Al fin estábamos aquí, en nuestro propio piso en Madrid.

Omar estaba junto a mí, organizando las cajas y hablando con el conductor del camión. Su calma me tranquilizaba.

De repente, vi a Chiara llegar, siempre con su estilo único y esa sonrisa que iluminaba cualquier día. Un poco más atrás venían Violeta y Salma, conversando animadamente y riendo, y finalmente, Álvaro apareció cargando una bolsa llena de bocadillos y bebidas. No pude evitar sonreír al verlos. Estos eran nuestros amigos, nuestra familia elegida.

¡Bienvenidos a nuestro nuevo hogar! - dije emocionada, abrazando a cada uno de ellos.

Chiara fue la primera en responder, levantando los brazos al aire con entusiasmo.

¡Vamos a hacerlo! - gritó, contagiándonos su energía.

Nos pusimos manos a la obra. Omar y Álvaro comenzaron con los muebles más pesados, mientras yo me encargaba de coordinar las cajas con las chicas. Violeta y Salma no paraban de hacer bromas sobre los objetos que encontraban. Me reí cuando Violeta sacó un disco de Queen.

No puedo creer que tengas esto - dijo, admirándolo.

Lo sé, lo sé. Herencia de mi tío - respondió Omar con una sonrisa, que me hizo sentir un cálido apretón en el corazón.

Chiara, mientras tanto, se ocupaba de la cocina, organizando platos y utensilios con una precisión sorprendente. La veía moverse con gracia, como si estuviera bailando, y me sentí agradecida por tener amigos tan increíbles.

¡Hora de un descanso! - anunció Álvaro, sacando bocadillos y refrescos de su bolsa - No podemos trabajar con el estómago vacío.

Nos sentamos en el suelo del salón, entre cajas y muebles aún sin colocar, y compartimos risas y anécdotas. Me acurruqué junto a Omar, apoyando la cabeza en su hombro. Sentí una ola de gratitud y amor por nuestros amigos y por este nuevo comienzo.

Después del descanso, retomamos el trabajo con energía renovada. Salma y Violeta se encargaron de montar la cama, mientras Chiara y yo decorábamos el salón con cojines y mantas que trajimos de nuestro antiguo piso. Omar y Álvaro instalaron los estantes en la pared, discutiendo la mejor manera de colocarlos.

Al caer la tarde, nuestro nuevo hogar comenzaba a tomar forma. Las cajas vacías se apilaban en una esquina, y el aroma del café recién hecho llenaba el aire. Me tomé un momento para mirar alrededor, asimilando todo.

Gracias, chicos. No podríamos haberlo hecho sin vosotros - dijo Omar, y yo asentí en silencio, sintiendo lo mismo.

Para eso están los amigos - respondió Salma, guiñándome un ojo.

Nos despedimos con abrazos y promesas de una cena de inauguración pronto. Cuando la puerta se cerró detrás de nuestros amigos, me volví hacia Omar con una sonrisa radiante.

Lo logramos - susurré, sintiendo una mezcla de alivio y alegría.

Sí, lo logramos - respondió él, abrazándome.

Nos quedamos así, en silencio, disfrutando del momento, sabiendo que era el comienzo de algo maravilloso. En nuestro nuevo hogar, con la ayuda de nuestros amigos, nos sentíamos listos para cualquier cosa.

Días después, cuando el sol ya empezaba a declinar, nuestros amigos regresaron para ver la casa terminada. Habíamos trabajado sin descanso desde la mudanza, y ahora nuestro piso en Malasaña estaba finalmente listo.El salón tenía un aire acogedor con las mantas y cojines que Chiara y yo habíamos elegido, los estantes que Omar y Álvaro habían colocado estaban llenos de libros y recuerdos, y la cocina, organizada a la perfección por Chiara, era un lugar donde nos imaginábamos pasando muchas horas cocinando y charlando.