Prólogo: Bienvenidos a Newtown

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-—¿Y entonces? —le pregunté con emoción a mi hermano.

— No sé Char, ¿Segura que esta es una buena idea?

— Pues claro que sí, piénsalo como una especie de... —. Puse mi dedo en mi mentón mientras buscaba las palabras correctas- actividad entre hermanos.

Enfrente mío tenía a un chico igualito a mí pero en versión masculina, era de piel y tez morena, su cabello rizado era de color café y sus ojos eran de color miel la única diferencia radicaba en la estatura y el género, pero de ahí éramos como dos gotas de agua. Su nombre era Bastián, mi hermano mayor por dos años.

Este mismo se terminó de acomodar en sofá mientras claramente en su cara se veía como estaba considerando los pros y contras de mi idea. Si bien no seríamos lo primeros jóvenes en tratar de descubrir los misterios de Newton, mi meta era ser lo primeros jóvenes en entrañar en las profundo de este pueblo descubriendo la verdad sobre Dankworth, pero claro eso dependía bastante de cuánta ayuda tendría al momento de mis pequeñas expediciones.

— Me imagino que aunque me niegue igual lo harás ¿Verdad? —dijo él con un semblante serio.

Yo asentí y él suspiro para luego decir.

— Bueno, al menos así te tendría más vigilada ¿Y que tienes en mente hermanita?

— Pues empezar por algo fácil.

...

— Esto no es fácil.

Nos encontrábamos sentados al límite de un camino, según calculaba a juzgar porque el tiempo que había pasado desde que había sonado la alarma del pueblo debían de ser las seis y diez, el bosque se encontraba enfrente nuestro inundado de árboles los cuales en el día podían dejar pasar la luz del sol, pero en la noche sin importar que tan fuerte estuviera la luna, ninguno tipo de luz pasaba por el lugar. Según algunas personas que vivían aquí en este lugar por las noches luego de que sonara la alarma se podían llegar a escuchar voces a la lejanía las cuales si se estaba atento se podía llegar a entender que decían, aunque según ellos esto no era buena idea.

— ¿Es enserio Char? —reclamo mi hermano— el límite del pueblo, tu mejor que nadie sabes que este lugar no es recomendable para pasar por la noches.

— No te preocupes no planeo pasar aquí toda la noche —dije mientras buscaba en mi mochila un par de cosas— ni siquiera yo soy capaz de mantenerme en este lugar por más de una hora, quizás estemos unos... ¿Veinte minutos?

El me miró muy serio hasta que saque lo que tanto buscaba de mi mochila. Era una grabadora de voz amarrada a una cuerda la cual me había dejado mi hermana mayor Katherine, que en este momento probablemente estuviera en el hospital, hace ya unos años, era de esas grabadoras antiguas que se ocupaban en los noventa la cual ocupaba como memoria unos micro cassette los cuales tenía de sobra así que no me preocupava gastarlos en este tipo de cosas.

— Creí que ya habías conseguido una más moderna —me dijo Bastián bastante confundido.

— Así es, pero para lo que planeo hacer necesito algo más analógico.

Él en ese momento cambió su cara de una seria a una de clara confusión entonces decidí explicarle con detalle la situación. Resulta que durante las noches el bosque tendía a presentar problemas para aquellos que se aventuraban en este durante la noche, específicamente desapariciones, entre otras, como fallos en cualquier cosa que fuera electrónica ya saben, celulares, computadoras y como no grabadoras de voz modernas.

El caso es que yo quiero grabar, o bueno mejor dicho escuchar, que es lo que pasa en el bosque durante la noche así que se me ocurrió que si algo electrónico no funcionaba tendría que ocupar algo más Analógico.

Newtown: Un pueblo sombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora