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El sol del desierto reflejaba sus intensos rayos en el horizonte mientras el calor se hacía casi palpable. En medio de la carretera polvorienta, cierto chico se mantenía inmóvil dentro de la camioneta, rodeado por dos imponentes guardias cuya expresión inmutable no dejaba lugar a dudas sobre su entrenamiento. Se movía de un lado a otro, desplazando los pies en un intento de alivianar la tensión, pero el silencio implacable de la situación era abrumador.

Silbaba una canción repetitiva, tratando de evocar el estilo del gran Michael Jackson, mientras el tiempo pasaba lentamente. La sudadera negra se adhirió a su piel debido al calor abrasador del Norte, y su impaciencia lo llevó a lamer distraídamente su piercing. Las ventanas de la camioneta estaban selladas, bloqueando cualquier aire fresco, y el paisaje árido ofrecía poco más que una interminable extensión de polvo y tierra.

— Hmm, qué gran desierto, ¿no? ¿Creen que habrá canguros? — preguntó sin obtener respuesta.

Mientras tanto, a kilómetros de distancia, Seonghwa observaba con atención. Su camiseta suelta se movía con el viento, y el pelinegro ajustó sus binoculares con precisión. Bajo el calor implacable del desierto, revisó la hora y luego se dirigió hacia una vieja construcción de madera que ofrecía algo de sombra. El sudor le caía por el cuello mientras avanzaba con determinación, preparándose para lo que vendría a continuación.

La vieja construcción, aunque desgastada por el tiempo, ofrecía un punto de observación perfecto. Seonghwa se movió con agilidad entre las sombras, manteniendo un perfil bajo mientras se preparaba para llevar a cabo su misión. Con un último vistazo a su objetivo, se preparó para ejecutar el plan que había estado esperando.

La tensión en el aire era palpable, y aunque el calor del desierto era implacable, el foco de Seonghwa estaba en mantener la calma y llevar a cabo su tarea con la mayor precisión posible.

— Calor de mierda

Seonghwa continuaba trabajando con la concentración de un maestro artesano. Mientras revisaba y ajustaba los sistemas en los computadores, sus movimientos eran rápidos y precisos, asegurando que todo estuviera en perfecto estado de funcionamiento. Con una botella de agua en mano, se inclinó para refrescarse, vertiendo un poco sobre su cabello. Las gotas de agua recorrieron su piel, aliviando el calor abrasador del desierto y dejando un rastro fresco en su pecho descubierto. Aprovechó el momento para mirar hacia el exterior y contemplar el paisaje árido, pensando en cómo la sesión actual le permitiría obtener un ligero bronceado antes de ir a comprar un ajolote, un animal que había capturado su interés debido a los numerosos videos que había visto recientemente.

— ¿Cómo va todo? — preguntó Yeosang, la voz resonando a través del altavoz desde la otra pantalla.

— De lujo. Pediré unas vacaciones la próxima vez. Deberíamos salir juntos, ha pasado mucho desde la última vez — respondió Seonghwa con una sonrisa ligera.

— Ni lo pienses. Antes me ponías peros para todo, preferías salir con Hongjoong antes que conmigo, tu amiguito que soportó tus aullidos de omega recién enlazado como en los libros. El matrimonio te ha vuelto aburrido, y yo ya no soy ese juguete que sirve solo cuando Kim Hongjoong no te busca.

Seonghwa soltó una risa suave al escuchar las palabras de Yeosang.

— Eres un llorón resentido.

— Si eso me da dignidad, llámale como quieras. ¿Qué hay acerca del objetivo?

— El periscopio está armado, todo está listo — contestó Seonghwa con confianza.

El objetivo estaba en camino y la precisión del plan era crucial. Seonghwa se movía entre los equipos con una eficiencia que solo un agente de su calibre podría lograr. Cada detalle había sido minuciosamente revisado y preparado, desde la seguridad del equipo hasta las estrategias de evasión. 

Mr. & Mrs. Kim    ̸/̸̅̅ ̆̅ ̅̅ ̅̅  HonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora