13. ENEMIGOS CRECIENTES

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KAHNARA CAVALIER

Termino mi trenza justo antes de que Dalma entra con el desayuno para las omegas junto a las sirvientas. Las chicas y chicos forman una larga fila de asientos con sus almohadas mientras otras estiran el gran mantel en medio del salón.

Ajusto mi chaqueta, hecha con el cuero y el pelaje de un híbrido dorado, y sacudo mis pantalones. Y me dirijo hacia los demás, Anne me sonríe y yo le correspondo de la misma manera, provocando una mueca de asombro en la rubia. Me arrodillo en mi almohada para alcanzar una manzana roja.

—Solo lo pueden mirar, no tocar—Denisse golpea la mano de una omega que intenta tomar su collar. — Sí, queridas plebeyas, la Alfa del mundo me lo dio. Ella dijo que yo le recordaba a la luna— alza el dije, mostrando que en la piedra tenía un detalle en oro que formaba una media luna. —Creo que tiene una nueva omega favorita.

Alza sus ojos negros hacia mí, esbozando una sonrisa maliciosa. Limpio mi manzana con mi abrigo.

—Bien por ti, Denisse—Me levanto. —Toda tuya.

Me encamino a la salida, caminando con agilidad entre las omegas. Dalma me mira con el ceño fruncido, mientras mastica un poco de pan.

—¿A dónde vas?—Me cuestiona. —Usualmente te encargas de dejar los platos vacíos.

Señala la mesa con un gesto exagerado.

—Voy a iniciar con mis labores, querida Dalma—Le digo. — Quiero ser digna de la moneda al mes que me das.

Ella me mira con los ojos entrecerrados por un momento, ingenua de mis palabras. Pero termina asintiendo.

—Todos deberían aprender algo de Nara—Señala a los omegas.—Bola de holgazanes.

Salgo del salón, y le doy una mordida a mi manzana. La habitación de Diana no estaba tan lejos de la mía, pero los pasillos era como laberintos, y debo ser muy cuidadosa para no perderme.

Observo a fondo los detalles que antes no había notado del castillo, se nota que esta familia era muy devota a la Diosa Luna, cuadros de sus tres faces estaban talladas en cada ladrillo de piedra que se usó para construir esta humilde casa.

Me detengo en el cuadro enorme familiar, Hayes estaba sentado en el trono, en su costado derecho estaba la reina Ayline, Kaiat, Ignis y Diana de niños. En el otro lado, Rhea e Yris. Arriba de ellos, y hecho de oro, el signo de la Diosa Luna.

Hago una mueca de desagrado cuando me topo con el rostro de Rhea nuevamente. Hayes será primero, lo quemaré con fuego negro y de él solo quedará su nombre. Luego vendrá ella, para Rhea habrá un castigo peor, por intentar desviarme de mi propósito aquí.

Doy media vuelta, y sigo mi camino. Pero cuando bien dice que si llama al diablo, aparece. Rhea se encaminaba aquí, acompañada de Kassia e Iker, había terminado de entrenar, por su vestimenta completamente negra y cabello sudado.

Respiro hondo y trago la manzana, que me supo amarga ante su presencia. Era inevitable que cruzáramos tanto caminos como miradas. Al estar frente a frente, Kassia se detiene cuando ella lo hace e Iker hace una seña poco disimulada a mi hermana preguntando un: ¿Es ella? A lo que ella asiente.

—Nara—Me saluda ella y una pequeña sonrisa se instaló en sus labios.

Hago una reverencia.

—Buenas noches, Alfa Rhea— Cuando enderezo mi estatura. Ella alza una ceja. Parece que no le hizo ni una gracia que la tratara con el respeto que tanto me exigía. —Buenas noches, Beta Kassia..—ella sonrió fugazmente. Volteo a ver al castaño. —y Beta Iker.

The Black OrbeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora