LUNAS. LUNAS. LUNAS, PARTE 2

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KAHNARA CAVALIER

Sostengo las riendas de Pata Corta, el hijo de la yegua de Rhea, su color café relucía por sus cuidados especiales y la comida fina que le daban, sus caballos comen mejor que todo mi manada. Acaricia su crin con suavidad, esbozando una sonrisa dulce.

Levanto la mirada hacia Ignis, que esta con el rostro tenso y serio. Delicadamente, giro mi rostro para observar a Nathan y otros cuatro guardias seguirnos. El rubio y yo compartimos una mirada intensa un instante, hasta que yo me doy vuelta nuevamente.

Pronto la entrada de la provincia capital de los Eckvan aparece, Ousteneri, pasamos por debajo un hermoso arco cubierto de oro y hierro. Los nocturnos se inclinan ante la presencia de Ignis, mientras recorremos las enormes calles.

—¿A dónde vamos?—Pregunto por quita vez, y nuevamente soy ignorada por Ignis. Resoplo, fuertemente, viendo como el pelirrojo cierra sus ojos un segundo con impaciencia. —Ya me estoy aburriendo, Diosa. Al menos respóndame esto: ¿Ya vamos a llegar a donde sea que vamos?—Suspira enérgicamente. —Me duele el trasero de tanto estar sentada —Me ignora otra vez—¿Podemos parar a comprar algo? ¡Por favor, príncipe! ¡No tardaré!

Tengo 20 lunas de oro del sueldo que Dalma me subió, sorpresivamente, y pienso gastarlo en comida. Mantengo mi mirada fija en él, hasta que no aguanta más.

—Te juro, por la Diosa Luna, que no sé lo que Rhea ve en ti —Menciona, exasperado. —Porque, bonita, el cuerpo no creo. He visto tablas de madera con más curvas que tú.

Mi quijada cae, completamente ofendida. Yo no sé lo que mi amiga Anne ve en él, y sin embargo, yo no digo nada: Porque me puede matar

—Mi personalidad—Respondí.

Él se voltea, con el rostro cubierto de ironía, me mira de pies a cabeza y esboza una mueca burla.

—En verdad, lo dudo—Asegura, con la mirada en el camino.

Me le quedo viendo, esperando que pase un tiempo prudente para volver a preguntar. Él aprieta las riendas de su caballo, con la mirada fija al frente.

—Pero, ¿A dónde vamos?

Detiene su caballo, bruscamente, obligando a todos al detener el nuestro. Sus ojos estaban dorados, enojadísimo. Aprieto mis labios, esperado que ordene a los guardias cortarme la lengua. Sin embargo, con brusquedad, me lanza una bolsa de monedas, que atrapo a duras penas.

—Bajate, y sigue por ese pasadizo, ahí vas a encontrar una dulcería—Dice. —Compra para Anne y Diana, te vendré a buscar en un rato.

"Dulcería" mi emoción es indescriptible, solo he oído de tiendas así en los cuentos que mi madre me leía. Bajo de Pata Corta, de un salto, entonces, Nathan también baja de su cabello, junto a otro guardia.

El rubio me dirige una mirada de pies a cabeza, y esboza una sonrisa que me pone los pelos de punta. Me giro de inmediato hacia Ignis, esperando que se oponga.

—No es necesario que la escolten—Ordena Ignis.

—Lo lamento, príncipe, pero son órdenes de su hermana—Menciona Nathan.

—¿Una escolta para una simple esclava?—Cuestiona, con una sonrisa agría. —Me parece una exageración.

—Su hermana no lo cree así—Solo responde eso.

Ignis me mira con sus ojos oscuros, y yo ya estaba a punto de echarme a correr, pero algo en su mirada me da seguridad, asiente y señala el pasadizo. Amarro a Pata Corta, y me adentro en el pasillo estrecho, con antorchas puestas en las paredes.

Nathan me sigue. Mi mano derecha sostiene la bolsa de monedas y la otra, mi daga escondida en el bolsillo de mi chaqueta. Escucho su espada tintinear en su cadera, y eso me tiene nerviosa. El guardia que nos sigue, tiene la mano en el mango de su espada, lista para empuñarla.

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⏰ Última actualización: Nov 05 ⏰

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