𝖳𝗁𝖾 𝖲𝗁𝖺𝗋𝗉𝖾𝗌𝗍 𝖫𝗂𝗏𝖾𝗌 || 𝙏𝙞𝙩𝙖𝙣𝙞𝙪𝙢》𝑺𝒉𝒂𝒅𝑨𝒎𝒚

17. Oxímoron perfecto. [+18]

Soy tuya. Por cada segundo que tengo en este mundo, soy toda tuya. Y después de eso seguiré siendo tuya, dondequiera que termine después de mi partida, perteneceré aquí contigo".

—Heartless Sky de Caroline Peckham y Susanne Valenti.

━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━

〘 2 meses después 〙

Desde el anuncio del embarazo, Sonic se había convertido en el tío cariñoso del feto, derramando regalos sobre Amy y el bebé en cada oportunidad. Incluso había colaborado para ayudar a Shadow a comprar una práctica y linda cuna, aunque las ideas en su mayoría procedían de Rouge.
Mirado por el amplio ventanal al dulce jardín en el exterior, Amy dió un sorbo más de su té de manzanilla, mientras la tersa melodía de No Matter What de Papa Roach le acariciaba los oídos y llenaba la casa de música. Cuando Shadow no estaba se sentía tan silencioso, no es que él hiciera mucho ruido cuando se encontraba en su hogar, pero era su presencia la que llenaba los rincones de Amy de sonido y luz. Sin embargo, en unos meses más habría ruido de sobra, porque seguramente se llenaría de risas, llantos de bebé, juguetes con música y gritos de diversión.
Colocó su mano libre sobre su vientre expuesto, sonriendo. Sobresalía de su pequeño cuerpo como un globo grande de carne, sin hacer juego con sus brazos y piernas larguiruchos. Las palabras del médico de engordar más resonaron nuevamente en su mente. Frotó la suave carne, sintiendo un ligero movimiento desde dentro que la hizo detenerse y suspirar con ternura.
En un mes más podría saber el género de su bebé y eso la tenía en la novena nube.
El sonido del horno avisando que sus panecillos estaban listos la hizo apartarse del ventanal y caminar hasta la cocina, donde tomó sus suaves guantes para sacar la charola con los postres que horneaba.
Fue entonces que escuchó su teléfono sonar, era una videollamada de su amiga Cream.

—Hola Cream, ya están los cupcakes horneados, solo me falta decorarlos y los llevaré. —contestó Amy quitándose los guantes hábilmente.

—Oh Amy, sabes que puedo ir volando y traerlos, además, que tal si tus pies se hinchan o si te duele la espalda mucho o que tal que...

—Cream, Cream, oye, espera —Amy la calmó. —, tranquila nena, estaré bien, no soy de cristal, además me sentará bien salir y distraerme, debo hacer una compras de comida.

La conejita detuvo su preocupación ante la sonrisa que su amiga le dió al otro lado de la pantalla.

—Está bien, Amy. Solo ten cuidado ¿Si? Mi madre y yo te recibiremos aquí.

—Te veo en una hora.

Amy colgó sin borrar la sonrisa de su rostro y se puso manos a la obra. Ella continuaba trabajando en el Vanilla's Coffe pero a distancia. Si bien, Amy había insistido en que aún podía presentarse al local, ni Vanilla ni Cream y ni siquiera Shadow estaban de acuerdo ya que no querían que nada la molestase. En cierta parte tenían razón, ya que al ser su primer embarazo, las reacciones en ella solían ser muy molestas, los antojos de malvaviscos cubiertos de greiby y queso amarillo estaban a la orden del día y por supuesto, Shadow la había consentido como nunca. Todavía recuerda con diversión la primera vez que Amy tuvo tanto antojo de hielo cubierto de pasta dental que Shadow cruzó la mitad de la ciudad a las 2:00 a.m para conseguirle aderezo de menta en su lugar y sustituir el dentífrico.

Una suave risa escapa de los labios de Amy ante el recuerdo y a su vez, el glaseado rosa decora los cupcakes a su ritmo y comienza a tararear la siguiente canción en la lista; Fearless de Taylor Swift. La favorita de Shadow. Aún recuerda cuando el erizo se la dedicó.

Era una de sus tantas citas. Ya habían ido al concierto de Hot Honey por su cumpleaños y sin duda eso fue lo que más los comenzó a unir. La música, sus objetivos en común y el tiempo que empezaron a pasar juntos.
Recuerda el momento en que ella y Shadow entonaron Anti-hero a la vez por primera ocasión y Amy quedó tan asombrada de que Shadow se la supiera. Así que no dudo en invitarlo a su casa a escuchar el muevo álbum de Taylor Swift. Por un segundo creyó que el erizo se negaría, pero su sorpresa fue enorme cuando este se presentó en su puerta aquella tarde.
Un fugaz abrazo y tomó su mano para invitarlo a pasar, él no se resistió.