Capitulo 13

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|CUARTO COMPARTIDO|

- 17 Años

-Pásame el azúcar.

-Lo tienes a diez centímetros de tu brazo, tómala tú.

-¡Que me des el azúcar, Olivia!

-¡No!

-¡Listo, no me caso, pido el divorcio absoluto, contrataré a alguien para que llegue a mitad de la boda y diga "yo me opongo"!- le grité a la castaña en el desayuno.

Las cosas no iban bien, tal vez Oli estuviera considerando el matrimonio ahora que éramos novias oficiales.

Había pasado una semana desde su cumpleaños y nuestro compromiso, pero más allá de parecer la pareja feliz que fuimos en el parque de diversiones con los chicos, volvimos a ser las mismas de antes.

Y de alguna manera eso me gustaba.

-Toma- me extendió el frasco de azúcar con la cabeza gacha y la voz cansada, esto de las peleas la estaba estresando, aunque para mí eran un respiro de tantos besos y cariños que me daba en la escuela.

Si creía que la peor parte había pasado cuando les contamos a nuestros amigos que nos casaríamos, es porque había olvidado que aún iba a clases.

Todas las chicas comenzaron a dedicarme miradas aterradoras, los chicos nos molestaban con la luna de miel y Dylan... él era el primero en iniciar las burlas.

-Tinker, ¿me puedes acercar la miel?- me pidió Lori

La miel estaba más lejos que el azúcar, así que me levanté y la tomé para entregársela.

-¡¿Te paras por la miel y no por el azúcar?!- exclamó Olivia, su cuello iba acalorándose por la frustración y no paró de bufar hasta que terminamos de desayunar.

Mi padre que ya se había ido al trabajo, mamá desayunaba en la cama cuando se despertaba al mediodía, Megan no se encontraba en casa porque ahora vivía en la universidad y Sophia comía en la cocina.

Nuestros desayunos sin la supervisión de un adulto eran un caos total.

-Iré a lavarme los dientes, espérenme- nos avisó Lori mientras corría escaleras arriba.

Nos quedamos solas en la entrada, listas para irnos a la escuela.

Miré de soslayo a la castaña, nunca logró usar el uniforme como se debía: la chaqueta arrugada, la camisa afuera, y la corbata suelta alrededor de su cuello.

Me acerqué a ella y comencé a anudar su corbata, al menos se vería un poco más presentable.

A veces me preguntaba qué había pasado con la chica que todos adoraban de pequeña.

-Tienes que pasarla por abajo, la pones por aquí y ya está- mientras le arreglaba la corbata le daba indicaciones para que aprendiera.

Ella me dedicó una sonrisa y besó mi mejilla.

-Tendrás que darme clases particulares si quieres que aprenda a como anudar esta cosa- me dijo, sosteniendo entre las manos el extremo largo de la corbata.

-No es necesario, puedo hacer esto todas las mañanas- le dije, restándole importancia con la mano.

Sin embargo, para Olivia, mis insignificantes gestos de amabilidad tenían mucha relevancia.

Entrelazó nuestras manos y tiró de mí para quedar más cerca de ella.

-¿Te había dicho que te amo?- susurró en mi oído.

𝑴𝒂𝒓𝒓𝒚 𝑴𝒆 | 𝑶𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂 𝑹𝑜𝒅𝒓𝒊𝒈𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora