Capitulo 2

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|PERDIDAS|

- 9 Años

Jennie estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Sarah y Serena y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Olivia.

Había pasado un año desde que ella llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida.

Resultó que Olivia era una estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Megan haciendo los deberes y realizando proyectos.

Con Lori las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Olivia se comportaba como otra hermana mayor de Lori.

Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Lori, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era fea? ¿O no le agradaba? Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no lo podía ver. Era una niña despreciable.

Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho. Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta.

Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía. La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en como convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Jennie esta tarde con Sparks. Seguramente me diría "lleva a Olivia".

Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Lori, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que la niña del cabello castaño podía ser mi amiga. Error, ella jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que ella fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaba la educación a Olivia y a Noah. Para Navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que se debían hacer.

-Podrías decirle a la clase de que se trataba el poema- salté en mi asiento y me aparté un mechón rubio de cabello que caía sobre mi cara. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello hacia atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacia atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Sabrina Carpenter, que estaba sentada junto a Olivia. Ella le susurró algo al oído y se rió más fuerte, pero a Oli no pareció hacerle gracia.

-Te estamos esperando- me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molestó.

Miré hacia el lado y Jennie se encogió de hombros, ella tampoco había prestado atención. Serena y Sarah tampoco sabían, negaban con la cabeza para que no les preguntara nada.

Sentí ganas de llorar, la maestra me estaba avergonzando.

-¡Descerebrada!- gritó Sabrina desde el primer puesto. Toda la clase estalló en carcajadas, excepto mis amigas y Olivia, que seguía tan seria como en un funeral.

𝑴𝒂𝒓𝒓𝒚 𝑴𝒆 | 𝑶𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂 𝑹𝑜𝒅𝒓𝒊𝒈𝑜 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora