Capítulo 3

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Lo malo en toda la vida de Kate es que la mayoría de las cosas que ella consideraba "geniales", solo ocurrían en sus sueños

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Lo malo en toda la vida de Kate es que la mayoría de las cosas que ella consideraba "geniales", solo ocurrían en sus sueños. Para ella es doloroso pensar en eso, y simplemente lo deja pasar. No le cuenta sobre sus sueños a nadie, ni siquiera sus amigas saben todo lo que pasa por su cabeza por las noches.

Los sueños con James han sido constantes desde el día en que lo conoció, de hecho, la primera vez que hizo algo "sexual" consigo misma fue gracias a uno de aquellos sueños. Y ahí es cuando ella se pegunta ¿Qué es verdad y qué es parte de su imaginación?

Muchas veces confunde aquellas mini películas –como ella suele llamarlas- con la realidad, a excepción de las sexuales, porque sigue siendo virgen, eso lo tiene más que claro. Aunque cuando está sumida en sus sueños, parecen tan reales que ni siquiera sabe si es la realidad hasta que despierta.

Es medio día y la castaña se dispone a llamar a sus amigas para hacer algo por la tarde, habían quedado en que se juntarían en su casa y pedirían una pizza.

Mientras limpiaba la casa no pudo evitar divagar por sus pensamientos. El sueño que tuvo la dejó aturdida un buen rato. Parecía real, se sentía real.

Estaba tan enamorada de la imagen que ella había creado del rubio que anhelaba que fuera real.

Quería sentir las manos de James recorrer su cuerpo, que la deseara tanto como ella lo desea a él. Pero Kate sabe que es imposibles, todos saben que el chico de ojos verdes ama con locura a su novia, Karla. Ella es consciente de eso, pero no puede evitar imaginar, soñar, que algún día todas sus fantasías se hacen realidad.

Suena el timbre, haciendo que la concentrada chica vuelva a la realidad. Ve por la ventana logrando divisar a sus amigas, quienes muestran dos paquetes de cerveza, sus favoritas. Una sonriente Kate sale a recibirlas, haciéndolas entrar con mucho gusto. Francisca hace el pedido de la pizza, y realmente nadie sabe cuántas pidió porque siempre se excede, y comienzan a beber y charlar.

Luego de unos minutos, entre conversaciones banales y risas eufóricas, la pelirroja escucha sonar el timbre, avisándole a Kate para que ella saliera a recibir el pedido, ya que ella es la que tiene el dinero para pagarle al repartidor. Aunque la castaña se lleva una gran sorpresa, cuando en vez de ver al repartidor, solo ve a un James sudado y sin camisa.

Joder, que esto no sea un sueño, por favor.

—Hola James, ¿Qué haces aquí?

—Hola, solo vine a ver si estaba todo bien, ya sabes, tu padre se preocupa mucho —se le notaba cansado. Ciertamente la casa del rubio no quedaba para nada cercano a la de la chica, por lo que trotó para poder llegar un poco más rápido.

—Oh, por su puesto. Hubieras tomado un taxi —James sonriendo logrando que Kate sonriera de igual manera, solo por instinto. La respiración del chico era acelerada, estaba agitada.

Peligrosa atracción | Libro 1 "Bilogía Peligros" [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora