great mornings

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Cuando Max abre sus ojos es para admirar una obra de arte que le deleita sin igual. Ve piel blanca desnuda, ve pecas y lunares, cicatrices, ve tonos disparejos evidencia de un viaje reciente a la playa, ve manchas que toman un color vino tinto y combinan bien con la cadena plateada que junto a ellas yace, ve labios abultados, mejillas coloradas y largas pestañas, ve una melena castaña despeinada y segundos después ve el par de hipnotizantes esmeraldas que le inspiran a ser un ladrón de joyas para guardarlas por siempre junto a él.

Ve a un chico guapo, ve al barista de la cafetería frente a la tienda de su familia, ve a Charles Leclerc, ve al hombre con el que pasó la noche, ve a su novio...Y su corazón salta como loco, su rostro se siente como si estuviera a punto de ebullir, sabe que su sonrojo debe ser intenso, incluso en sus orejas. No tiene sentido, pero de repente se siente tan irreal la situación, bajo la mirada melosa y adormilada de su adorable chico, se siente poco digno de ser el único espectador de tan maravillosa obra que opaca a las figuras pintadas en las paredes de su habitación o incluso a las enmarcadas que llevan su firma y su madre se ha encargado de colgar por toda la casa. 

Su musa, Max ha encontrado su musa, la inspiración de su arte, su motivación para salir de la cama y para volver a ella al final del día, la razón por la que sus manos se manchan de pintura o se lastiman haciendo infinitos arreglos de flores, todo por y para Charles.

"¿Dormiste bien, cielo?" Charles que apenas mantiene sus ojos abiertos y sus palabras son en realidad una clase rara de murmuro incomprensible, posa una mano en su mejilla y acaricia esta suavemente, es estúpidamente tierno que las caricias que brinda al menor relajan más a su autor, que vuelve a cerrar sus ojos y mantener esa expresión de profunda paz en su rostro,

Charlie, para Max, se siente como la brisa que golpea en su rostro cuando visita la playa en un día difícil, como el lado frío de la almohada en una noche calurosa, como el café en las mañanas y un gin tonic en las noches, como cocinar junto a su madre y reír como tontos, como volver a ser un niño y hundirse con su padre en la piscina un día aleatorio de verano, Charles se siente como...vivir, si la vida pudiera ser una sola persona, claro. Y lo mejor es, que ahora puede recrear todos esos recuerdos que construyen a Max Verstappen, con Charles Leclerc en ellos.

"No tienes idea..." Responde aunque nadie lo escuche porque ya su pareja respira profundo de nuevo, su rostro sonriente siendo evidencia de que no hay un mal sueño atormentando su mente.

...

Charles se lleva una decepción inesperada al despertar, y es que sí, despierta enamorado, envuelto en el aroma de su pareja y con los recuerdos intactos de la noche anterior, pero a su lado, la cama está vacía. Bueno, no vacía, el lugar de Max lo ocupan dos gatitos, bastante astutos porque tan pronto hicieron contacto visual con el humano, se tomaron el derecho de treparse en su torso y beneficiarse de su calor corporal ¿y quién es Charles para negarle algo a tan adorables bolas de pelo?

"Oh, veo que encontraste compañía." La voz alegre llama la atención de Charles minutos después mientras acaricia gentilmente la cabeza de uno de los felinos.

Max se adentra en la habitación, lleva una sonrisa gigante en su rostro y solo viste con un pantalón de pijama, su cabello claro sigue tan despeinado como horas antes.

"Creo que se dieron cuenta de que mi novio me abandonó y vinieron a consolarme." Bromea el monegasco y alcanza a ver el ceño de Max fruncirse, lo que le causa infinita gracia. 

"Jimmy, Sassy, abajo." Ordena una voz que Charles nunca había oído en Max, los gatos saltaron lejos de la cama inmediatamente aunque no se veían muy contentos al respecto, y Charles se quejó ofendido, observando al rubio con una ceja levemente alzada.

"Solo bajé a saludar a mis padres, mamá está haciendo el desayuno"

El monegasco siente entonces el pánico y la verguenza recorrer su columna, piensa en mil maneras de escapar de esa casa y Max lo nota. 

"¿Pasa algo, Charlie?" Cuestiona preocupado.

"Se suponía que no estaría aquí para cuando tus padres llegaran, no quiero que piensen mal de mí o que asuman que lo hicimos en su hogar." La sonrisa socarrona en el rostro de Max, frustra aún más al mayor.

"Pero lo hicimos, y ellos no pensarán mal de ti. Es más, cuando bajé mi padre estaba doblando tu ropa recién salida de la secadora, y mamá está haciendo un desayuno especial porque tú estás aquí. Además, sus planes de anoche no fueron muy diferentes a los nuestros." Argumenta mientras toma asiento en la cama junto al mayor, solo para ganarse un manotazo de un apenado Charles por ese último comentario.

El monegasco jadea en medio de su carcajada cuando siente una mano escabullirse bajo la sábana y tocar su muslo sin vergüenza alguna.

"Max!" Chilla.

Pero el neerlandés solo sonríe como tonto y se inclina para pegar su rostro al del mayor, forzándolo a retener su respiración.

"Sigues desnudo...Tal vez deberíamos, tú sabes."

Solo mientras observa esos ojos azules juguetones y aparentemente insaciables, se da cuenta de que ha descubierto un lado nuevo de Max y no está seguro de sí le gusta o...le encanta.

"Max, no. Tus papás están aquí." Hace su mejor intento de esquivar las intenciones de su novio.

Max jala la sábana y deja el cuerpo de Charles al descubierto, este aunque avergonzado, no lo detiene. Incluso abre sin oposición alguna sus piernas y recibe al menor entre estas, su pecho cálido ante la cercanía de su amado.

"Podemos ser silenciosos, rápidos..." Sigue murmurando el rubio recostando con confianza su cuerpo en el ajeno, dejando besos por su cuello y su pecho, sabiendo bien lo que causa en el monegasco que inevitablemente se tensa y lleva su mano a su cabello, para jalar suavemente, a Max eso le encanta.

Charles ríe con sus ojos casi cerrados, disfrutando de las caricias. "Mh...No, eres demasiado ruidoso, mi amor, agradece que los vecinos no se quejaron anoche."

Max se queja en su oído, empieza a desesperarse, y el apodo no es de ayuda. Entonces Charles decide que es momento de ayudar un poco a su bonito chico, recompensarlo por lo duro que ha trabajado en complacerlo.

El monegasco jala suavemente de los mechones del rubio para llamar su atención, "Maxie, mírame. Te vas a quedar quieto y vas a hacer silencio ¿verdad?"

Max asiente curioso, obedece cuando Charles le señale que se quite su única prenda y suspira cuando la mano del mayor se envuelve alrededor de ambas erecciones.
"Cada vez que pares de besarme, yo dejaré de moverme." Aclara el mayor mientras finalmente une sus labios a los ajenos y al mismo tiempo su mano comienza a moverse de arriba a abajo enviando una ola de placer intensa a ambos cuerpos.

Sonrisas se le escapan cada vez que Max mueve sus caderas involuntariamente, tan necesitado por alcanzar su climax que llega a parecer adorable.

Sus labios se separan solo un momento por aire, pero claro que Max no contiene el gemido que tanto picaba en su garganta, Charles definitivamente moriría de vergüenza más tarde pero ahora, ahora está también muriendo por correrse y por ello los movimientos de su mano se vuelven más rápidos y satisfactorios para ambos.

"Justo así, bonito...." Jadea el menor en su oído cuando finalmente se tensan y alcanzan ese punto alto, manchando el abdomen de Charles con la semilla de ambos.

...

"Charlie! ¿Cómo amaneciste, cariño? Ven, siéntate a desayunar." El ruido de la Señora de Verstappen se hace presente tan pronto ambos chicos ponen pie en la cocina, ya bañados y presentables.

El joven monegasco no se niega a sentarse con la familia y devorar la deliciosa comida, aunque sí agradece repetidas veces por ello, hasta que finalmente se sube al auto del padre de Max y permite que este último lo lleve a casa.

"Adiós, Señora Sophie y Señor Jos, muchas gracias por todo!" Grita Charles por la ventanilla y ve al hombre mayor agitar su mano desde la puerta de la casa, mientras que Sophie está justo fuera del auto y le pellizca las mejillas.

"No es nada, hijo, vuelve cuando quieras. ¡Sabes que siempre eres bienvenido!"


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Vainilla latte y Un ramo de tulipanes - LestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora