•Capítulo 5•

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Kite estaba recargado en la pared con los ojos cerrados

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Kite estaba recargado en la pared con los ojos cerrados. Su respiración era lenta y pausada, como si estuviera sumido en un sueño profundo.
Al escuchar los pasos de su amiga, abrió los ojos y volteó hacia su dirección.
Un mes después de que su madre dejó de aparecer, ella se la pasaba casi todo el tiempo fuera intentando conseguir comida, cosa que se había vuelto difícil.

Aunque se sentía mal por ella, se sentía peor consigo mismo. Desde hacía semanas había empezado a sentirse mal: eran cosas pequeñas e irregulares como fiebre, fatiga o dolores de cabeza. No quería preocuparla, así que lo ocultó. Sabía que ella no lo presionaría, respetaba sus secretos y privacidad, La mayoría de veces.

Fue soportable, no dejó que le afectara en las cosas que hacía, al menos hasta que empezó a volverse incesante. Cada día que pasaba, aquellos síntomas iban incrementándose hasta el punto de que había dejado de salir de la alcantarilla. Apenas podía dormir o caminar correctamente.

-Para ti, kite- Declaró, extendiéndole la bolsa -No es mucho, pero al menos no tendrás el estómago vacío

-Gracias, pero no tengo hambre- Dijo de manera apática, empujando la bolsa hacia ella -De los pocos momentos en los que estás aquí, no te he visto comer

La chica se encogió de hombros, restándole importancia a las palabras del albino. No era la primera vez que lo contradecía, la mayoría de las veces se salía con la suya.

-De verdad no tengo hambre. Estoy bien- Insistió, pero su voz temblaba

-¿De verdad no tienes hambre o simplemente estás haciendo una rabieta?- Persistió -Eres importante para mí. No quiero que te falte nada

Las palabras de Kite colgaron en el aire, la chica se quedó sin habla mientras él la miraba con aquellos ojos penetrantes e inexpresivos que le llegaban a dar escalofríos.

-Eres bastante obstinado... Pero valoro tus pocos gestos de ternura. ¡Vayamos a comer!- Dijo, ofreciéndole la bolsa de manzanas

Kite le sonrió de manera apenas perceptible, extendió la mano y tomó la bolsa; sin embargo, antes de que pudiera quitársela, sus piernas cedieron y casi cae al suelo, de no ser porque la chica reaccionó instintivamente, dejando caer la bolsa para tratar de sostenerlo.
A pesar de su esfuerzo, terminó por perder el equilibrio. Ambos cayeron al frío suelo de la alcantarilla.
Ahí se dio cuenta de que se había debilitado más de lo que se imaginaba.

Preocupada, llevó su mano a la frente del chico, notando que estaba ardiendo en fiebre. Con esfuerzo y cuidado, lo apartó de encima, dejándolo recostado a su lado. Después se puso de pie y lo ayudó a levantarse, apoyándolo en su hombro. De manera tambaleante, lo llevó a la cama, donde lo acostó.

-¡Estás ardiendo demasiado! ¿Has estado enfermo y no me lo pensabas decir?- Expresó, luchando contra el pánico -Eres importante para mí, no quiero verte sufrir... No quiero perderte

♡•𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜•♡ {ᵏⁱᵗᵉ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora