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Ahora que Minato había conocido a Naruto, la idea de separarse de él le resultaba angustiosa. Por ello, no volvió a Sarutobi para pedir un lugar donde quedarse. Despertarse con tortícolis por dormir en el mullido sofá de Naruto era un pequeño precio a pagar.

Habían hablado hasta bien entrada la noche, demasiado extasiados el uno por el otro como para pensar o preocuparse por las consecuencias del día siguiente. Minato había hablado de Kushina y de su vida (aunque omitió la parte del viaje en el tiempo), y le había hecho preguntas a cambio. Se dio cuenta de que Naruto no se lo había contado todo, pero no presionó.

Descubrió que Naruto se parecía a Kushina en muchas cosas: su personalidad burbujeante, su amor por el ramen y las bromas. Gran parte de su tiempo lo habían pasado Naruto narrando alegremente sus travesuras favoritas, gesticulando salvajemente y con una energía que le recordaba aún más a Kushina.

Cuando se fueron a dormir a regañadientes, habían pasado horas. Parecía que sólo había dormido unos minutos cuando Minato fue arrancado de su sueño.

"Mierda, mierda, mierda, mierda...". Naruto salió de su dormitorio, a medio vestir y aún con el gorro de dormir puesto. Irrumpió en el apartamento como si su vida dependiera de ello, se vistió torpemente y cogió una bolsa que estaba tirada descuidadamente en la encimera de la cocina.

Casi había salido por la puerta cuando sus ojos se posaron en Minato. Tropezó y patinó hasta detenerse. Se miraron fijamente, sorprendidos.

"¿Naruto? preguntó Minato, levantando las piernas del sofá y reprimiendo un bostezo. "¿Por qué tanta prisa?"

"Sigues aquí".

Parpadeó. "¿Dónde iba a estar si no?"

"No sé... es que", murmuró Naruto, con las mejillas coloreadas, "pensé que podría ser un sueño o... algo".

"Bueno, sigo aquí". Minato sonrió a su hijo. "¿Adónde vas?"

"A la Academia. Hay clases". Los ojos de Naruto se abrieron de par en par. "¡Ya! Voy a llegar tarde!"

Minato no había pensado que Naruto fuera de los que se preocupan por cosas así. "Conozco un atajo".

Menos de un minuto después aparecieron en la calle opuesta a la academia y Naruto se había olvidado por completo de sus clases.

"¡Ha sido increíble! ¿Nos hemos teletransportado? ¿Cómo funciona eso? ¿Puedes enseñarme, por favor, por favor, por favor?".

Minato sonrió, sintiéndose ridículamente satisfecho por haber impresionado a su hijo. "Se llama Técnica del Dios del Trueno Volador. Es muy avanzada, pero me encantaría enseñarte lo básico más tarde".

"¿Técnica del Dios del Trueno Volador? Eso es genial!" Naruto tenía los ojos brillantes y la voz alta y emocionada. ¡Toma eso, Kushina! Al menos alguien podía apreciar su asombrosa habilidad para nombrar.

Minato odiaba interrumpir su conversación, pero ambos tenían cosas que hacer. "¿No te preocupaba faltar a clase?".

"¡Claro! Iruka tendrá mi cabeza si vuelvo a faltar". Se dio la vuelta y salió corriendo hacia la academia. "¡Hasta luego!"

Minato lo vio marchar y sintió el impulso irracional de correr tras él. Suspiró, mirando hacia el grupo de árboles plantados en la esquina de la calle. "Ya se ha ido. Puedes salir".

Minato tuvo la extraña sensación de haber pillado a uno de sus genin gastando una broma. Pero Rin ya no era una genin. Aterrizó frente a él y parecía tan agotada como el día anterior, despeinada y con bolsas oscuras bajo los ojos. Aún tenía manchas de sangre en el uniforme.

Naruto - El tiempo corre como la tinta ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora