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Minato estaba enfrascado en una discusión con Shikaku cuando la foca decidió que había llegado el momento de dar el siguiente salto. Le avisó con menos antelación de lo habitual, y Minato no tuvo la oportunidad de trasladarse ni de encontrar a Kushina para despedirse. Así, aterrizó exactamente en el lugar de donde había desaparecido: el sofá del salón de Shikaku, años en el futuro.

O lo habría hecho, si Shikaku no hubiera sentido la aparente necesidad de redecorar.

Minato cayó al suelo con un gruñido y esperó que nadie hubiera sido testigo de su poco digna llegada.

No hubo suerte.

"Eh...", dijo Minato, poniéndose en pie delante de un chico más o menos de la edad de Naruto. Se parecía asombrosamente a Shikaku. "¿Sabes... quién soy?".

El hijo de Shikaku (porque era imposible que fuera otra persona) apenas levantó la cabeza del cojín del sofá y gritó: "¡Papá! ¡El padre de Naruto está aquí!".

Con eso, cerró los ojos y bajó la cabeza como si Minato no mereciera más su atención.

El corazón de Minato dio un respingo al oír las palabras del chico. El padre de Naruto". Sin duda podría acostumbrarse a eso.

Shikaku no sonrió cuando entró en la habitación, pero su expresión era relajada y su mirada cariñosa. Había líneas en su rostro -muchas más de las que solía haber-, que hablaban del tiempo transcurrido, de la preocupación o de ambas cosas. Los años le habían tratado bien, todo sea dicho.

"Minato". Saludó con una inclinación de cabeza. "No estaba seguro de si llegarías aquí".

"El sello me permite viajar en el tiempo, no en el espacio", explicó Minato. Su boca se curvó en una sonrisa. "Me alegro de verte".

"Y a ti". Shikaku lanzó una mirada a su hijo. "Shikamaru. Si no te importa".

Shikamaru lanzó un suspiro. Se levantó del sofá con más esfuerzo del necesario y dejó que sus pies se arrastraran por el pasillo.

Los ojos de Minato se fijaron en algo anaranjado y reunió la chaqueta que había dejado sobre el sofá. No lo había visto antes porque Shikamaru se había tumbado encima.

Sólo conocía a una persona dispuesta a llevar un tono tan aventurero de naranja brillante.

"¿Eso es...?"

canturreó Shikaku. "Naruto debió de dejarlo aquí antes de irse a casa anoche".

Una sonrisa se dibujó en los labios de Minato. "¿Viene aquí a menudo?"

Shikaku hizo una pausa, captando el tono de voz de Minato. "Algunos errores no merece la pena repetirlos", dijo, "¿no te parece?".

Minato lo dejó pasar, sintiéndose satisfecho. Sus amigos eran buenas personas. Fuera lo que fuese lo que les había engañado la última vez -lo que les había hecho olvidarse de las necesidades de Naruto tras la muerte de Minato y Kushina-, le gratificaba saber que no hacía falta más que un empujón para que lo hicieran mejor.

Naruto merecía que la gente se esforzara por él. Se merecía que la gente se preocupara por él, aunque fuera en cosas pequeñas, pero no por ello menos importantes.

"¿Con quién vive?" preguntó Minato, resumiendo varias preguntas en una.

Shikaku las captó y su expresión vaciló. "Kushina no está aquí", admitió, haciendo que el corazón de Minato se hundiera. "Pero Mikoto sí".

Entonces no todo era malo. La decisión de Kushina y suya habría merecido la pena: con Mikoto cerca, era imposible que Naruto sintiera que no tenía un lugar al que llamar hogar.

Naruto - El tiempo corre como la tinta ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora