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Obito lo localizó apenas unas horas después de la llegada de Minato. Debía de haber puesto vigilancia o colocado un espía en la aldea. Nada en él había cambiado desde la última vez que Minato lo había visto en el futuro. Al menos eso suponía Minato, que no podía ver gran cosa debido a aquella horrible e impersonal máscara.

"Ya sabes". No había ni triunfo ni aprensión en la voz de Obito.

"Lo siento", dijo Minato en voz baja. "Lo siento mucho, Obito".

Obito no reaccionó al oír su propio nombre. Tenía la cabeza ladeada, lo que le hacía parecer un pájaro curioso. El silencio era desconcertante. No poder verle la cara lo era aún más.

"Obito". Minato esperaba contra toda esperanza que oír su nombre hiciera algo por su antiguo alumno. "Necesito que me ayudes. Empiezo a comprender lo que pasó, pero aún me faltan piezas".

Obito no mostró ninguna reacción.

"¿Qué te ha pasado?"

"Piezas", murmuró Obito. "Qué curioso".

Minato vaciló. "¿El qué?"

Pero Obito no respondió. Parecía absorto en sus propios pensamientos y no le interesaba dar contexto a Minato.

"¿Sabes quién soy?" estalló Minato, desesperado por detectar algún tipo de reconocimiento en el comportamiento de Obito.

Quienquiera que moviera los hilos de Obito estaba interesado en Minato. Obito le conocía como su misión. Pero, ¿le reconocía? ¿Conocía a Minato más allá del nivel superficial que le permitía su condicionamiento?

"... Minato". Obito pronunció el nombre como si fuera algo precioso tambaleándose al borde de un profundo abismo. Había hecho una pausa antes de decirlo, como si pronunciarlo en voz alta bastara para destrozarlo. "El Relámpago Amarillo. Peligroso".

Minato había intentado prepararse. En cierto modo, sabía que la conversación probablemente acabaría en una pelea. Ahora que conocía la identidad del desconocido, no iba a dejar que se le escapara de las manos por segunda vez.

Ese pensamiento no hizo que fuera más fácil esquivar un kunai blandido por alguien a quien Minato consideraba de la familia.

"No me obligues a luchar contigo -dijo Minato, con palabras entre la advertencia y la súplica.

Obito no escuchó. Se lanzó hacia delante, con una hoja kunai girando en su mano. Minato esquivó sin tocar su kunai de teletransporte. No quería herir a Obito. Y Minato esperaba que Obito tampoco quisiera hacerle daño a él. Ya habían luchado antes, en el bosque, con Kushina como apoyo, y Obito había hecho lo mínimo para mantenerlos enfrentados.

Minato ignoró los frenéticos latidos de su corazón e intentó encontrar algún rastro del Obito que había conocido. Cualquier cosa que le demostrara que su alumno no estaba completamente perdido.

"Jiraya me contó lo que pasó". Minato soltó lo primero que se le ocurrió. "Tu misión fracasó. Alguien -algo- te secuestró".

Obito no dio muestras de escuchar.

"Rin y Kakashi volvieron a por ti. Querían salvarte". Minato mantuvo el cuerpo relajado y cogió un kunai fuera del campo visual de Obito. "¿Por qué mataste a Kakashi?"

Obito se puso rígido y Minato se lanzó hacia delante. La máscara de Obito salió volando. Minato vio por primera vez a su alumno adulto.

La visión le robó el aliento como un puñetazo en las tripas.

Obito tenía la cara intacta, aparte de un par de cicatrices entrecruzadas en un lado de la mandíbula. Llevaba el pelo corto, cortado a jirones, como si quien se lo hubiera cortado no se hubiera preocupado de hacerlo bien. Su rostro carecía de emociones. No había rabia, ni negación, ni nada. Era una pizarra en blanco.

Naruto - El tiempo corre como la tinta ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora