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Alguien empezó a seguirle después de que Minato saliera del complejo Uchiha. Si sus instintos no hubieran sido tan buenos como eran, podría haber descartado la sensación premonitoria como secuelas de la historia de fantasmas que había oído a los supervivientes del clan de Mikoto.

Sabía que no debía dejar que los rumores y las historias afectaran a su eficacia como shinobi y se tomó la corazonada tan en serio como si le hubieran apuntado con un kunai a la espalda.

No tenía por qué molestarse. Fuera quien fuese, no le importaba mantenerse oculto.

"Dijiste la verdad", dijo el desconocido -por su voz, Minato sospechó que era un hombre-, su voz tranquila y apagada a través de una máscara ANBU. A diferencia de la mayoría de los ANBU que Minato conocía, llevaba mangas largas que cubrían su tatuaje.

Minato sopesó sus opciones y decidió quedarse. Por el momento. "¿La verdad sobre qué?" Se preguntó si se trataría de otro shinobi enviado para vigilarle, y por qué, de ser así, había decidido revelarse tan fácilmente.

El ANBU se movió de un pie a otro y jugueteó con las manos. "No, la verdad no", murmuró, con una voz casi demasiado baja para oírla. "No todo. Mentira. Excusa. Duele... Duele".

Minato no dejó traslucir deliberadamente su confusión. No estaba seguro de si el ANBU -más bien el desconocido, ya que Minato sospechaba cada vez más que no era ningún ANBU- estaba hablando solo o simplemente luchaba por expresarse.

"¿Quién eres?

La postura del desconocido se relajó, pero su voz siguió agitada. "No es él".

"... Vale", dijo Minato con cuidado.

"Él no", repitió el desconocido, con más urgencia. "No... Nunca. Nunca él".

"De acuerdo", aceptó Minato, esta vez con más firmeza.

Hizo una pausa, tomándose el tiempo necesario para asimilar mejor a su homólogo. Ninguna de sus señales sociales tenía sentido.

Llevaba una máscara ANBU, pero no tenía la confianza ni la sutileza de un agente ANBU. No se esforzaba por ocultar su lenguaje corporal, o no sabía cómo hacerlo. Incluso con su lenguaje corporal en plena exhibición, Minato no podía leer nada de él. Todo lo que hacía el desconocido parecía inconexo y extraño.

Tenía los pies separados con seguridad, mientras que la parte superior del cuerpo estaba encorvada. Su voz mostraba agitación cuando sus manos descansaban tranquilamente a los lados.

Su chakra tenía una sensación húmeda e inconstante, como si no lo controlara bien. A pesar de su imprevisibilidad, Minato no percibía peligro alguno procedente del desconocido.

Antes de que Minato tuviera la oportunidad de hablar, el lenguaje corporal del desconocido volvió a cambiar. La tensión se desprendió de sus hombros y le dejó en una postura tranquila, casi perezosa. No encajaba con su voz, ni con el tono que la acompañaba. "No se supone que tú... I... No estoy... Aquí no".

Minato se aferró a la afirmación antes de que el desconocido pudiera distraerse de nuevo. "¿Por qué no aquí?"

"No quiero".

Minato parpadeó ante la respuesta infantil. "¿Qué es lo que no quieres?"

El desconocido se encorvó sobre sí mismo, y su voz adquirió un tono agitado. "No. No puedo. No quiero". Se tiró del pelo como si quisiera peinarse los nudos con la mano. Sus dedos rozaron el borde de la máscara y soltó la mano, cerrándola en un puño. "¡No lo haré!"

Cambiando de táctica, Minato igualó su propia conducta a la del desconocido. Adoptó un tono más suave y amable. Casi como si hablara con un niño. "No tienes que hacer nada", dijo, con voz cuidadosa y tranquilizadora. "¿Puedes decirme quién eres?".

Naruto - El tiempo corre como la tinta ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora