Capítulo 11. Convivencia

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Eran las siete treinta de la mañana cuando Levi entró a las instalaciones, había coordinado con Mike qué empezarían a las ocho, así que lo más probable es que ya estuvieran despiertos

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Eran las siete treinta de la mañana cuando Levi entró a las instalaciones, había coordinado con Mike qué empezarían a las ocho, así que lo más probable es que ya estuvieran despiertos. Al entrar, contrario a los que pensó, el silencio inundaba el lugar, caminó hasta la sala y vio a Aru junto a Mike dormidos en el sofá, únicamente se tocó el entrecejo y fue por un vaso de agua helada. Al volver, vació el contenido en la espalda de Aru levantándola de un grito, del susto Mike la hizo lanzada y cayó sentada en el suelo


— ¡Maldito hijo de puta!

— ¡¿Qué demonios pasó?! – preguntó Mike con el corazón en la mano

— Pasó que se durmieron par de irresponsables – soltó Levi

— ¡Maldito desquiciado, no son ni las cinco!

— ¡Van a ser las ocho de la mañana!


Ambos vuelven a ver sus relojes, lo meditan un segundo y se levantan acelerados

— ¡Mike levántalos mientras hago el desayuno!

— Que no se bañen – replicó Mike que todavía no estaba despierto del todo – así ahorramos tiempo

— Se van a bañar Mike – interrumpió Levi

— Van a sudar como cerdos en una hora, qué se bañen después

— No me importa, se tienen que bañar ahora y también después


Aru se colocó entre los dos con un moño en el cabello a medio hacer y cara de dormida. Les puso a ambos una mano en el pecho

— Levi levántalos y que se bañen, Mike, ayúdame con el desayuno

— Te ves de la mierda – dijo Levi – pero a la misma vez el rubio afirmó con un – te ves hermosa


Esto hizo que ella soltara una carcajada

— Ustedes son polos opuestos... vamos, ayúdenme qué si Erwin se entera que empezamos tarde nos va a matar, incluyéndote a ti Levi

— ¡Tsk!


Los tres se pusieron en marcha, para los reclutas despertar a punta de los gritos de Levi no era lo que esperaban, pero con el desayuno todo mejoró, una hora después los chicos empezaban el entrenamiento

— Les dieron demasiada comida – dijo Levi a la pelinegra viéndolos salir a correr con Mike – se van a vomitar

— Ya cumplí con darles de comer, si se vomitan no es problema mío

— ¿Cómo es posible que se durmieran?

— Nos acostamos a las cuatro de la madrugada

— ¡¿Qué demonios hacían despiertos a esa hora?!

Caótica bellezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora