Promesas rotas.

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Después de una aburrida espera por fin llega el equipo científico para el cohete, Senkuu está muy feliz; sin embargo, ahora que tiene lo que le faltaba, no tiene todo el tiempo que quisiera. Ahora debe ver lo que le hace falta en la casa, hacer compras y ordenar los comprados en el sitio correspondiente; lavar platos, lavar el inodoro, lavar, secar, planchar y guardar la ropa; botar la basura. No es que sean tareas imposibles de realizar para él, pero es molesto interrumpir su trabajo de laboratorio por tareas que distraen su concentración y lo dejan exhausto.

—Con Byakuya no tenía que hacer nada de esto.

Siente un poco de nostalgia y otra sensación opresiva en el pecho, aunque desconoce qué podría ser.

Una noche sus padres por fin aparecen, ambos con lentes para sol a pesar de que está oscuro afuera. Senko está en su cuarto y Senkuu está en la sala, estaba a punto de ordenar cena a domicilio, así que es el único que sale a recibirlos.

—Senkuu, grandes noticias— le dice la mujer—, ¡mañana haremos nuestra primera fiesta en casa!

Senkuu casi hecha espuma por la boca, ¡¿a quién le importa una fiesta absurda?!, él...

—Tengo hambre— se queja.

Los adultos le miran como si no entendiera nada.

—Oh...Pues vamos a comer a algún restaurante en la ciudad— dice ella.

—Voy a preparar el auto— Sengoku vuelve a salir de casa.

—Ven— la mujer hala a Senkuu de la mano.

—¿Uh?, ¿Senko no vendrá con nosotros? — el chico está genuinamente asombrado.

—¿Acaso ella quiere venir?

Senkuu se libera del agarre y protesta:

—Obviamente hay que preguntarle primero, idiota.

—Eeeh, cambia esa forma de hablar, pueda que un día conozcas a nuestro jefe y si él no se lleva una buena impresión de ti, quizá te deje fuera del negocio.

Senkuu pone cara de rareza:

—¿Uh?, ¿y quién dice que quiero ser empresario? — se regresa para ir por Senko.

Así los cuatro acaban en un restaurante poco conocido para pasar desapercibidos. Pronto Senkuu está frente a un suculento banquete, su boca escurre hambre, coge rápidamente un plato y Hakodate sonríe triunfante.

—Ese será tu único plato, Senkuu, es tu castigo por haberme llamado "idiota" antes de salir de casa.

El niño queda blanco como papel, pero se las ingenia para evadir el castigo:

—Entonces lo cambiaré por uno más grande.

La mayor le golpea la mano.

—Ya no puedes cambiarlo.

Lógico y eficiente. | Dr. Stone | - 28Donde viven las historias. Descúbrelo ahora