CAPÍTULO 17 - EL FINAL DE LAS NEGOCIACIONES

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—¿Qué le has hecho a Jade? —gritó Susane, apuntando con su varita hacia Markus. —¡Maldito desalmado, te...!

—¡Para, Susane!

Andrew se abalanzó sobre ella, quitándole la varita y empujándola hacia atrás. Susane lo miró con los ojos anegados en lágrimas, pero el trató de consolarla con una mirada de falsa seguridad que sacó de lo más profundo de su corazón. Se giró hacia Markus con la varita de Susane en la mano, la alzó para que él pudiera verla con claridad, y se la guardó en el bolsillo. Markus acababa de dejar a Jade inconsciente con las brumas, a simple vista parecía que la hubiera asesinado.

—Perdona a Susane, es muy emocional. —Se esforzaba por controlar el tono de voz. El hecho de que Atwood hubiera permanecido inmóvil le ayudaba a ganar fuerzas, aunque se percató de que su amigo tenía los puños apretados y la mandíbula desencajada. —¿Ella sigue viva?

—¿Acaso importa? —preguntó Markus, manteniendo las brumas densas en el aire. —No me gustó lo que sugería, así que la he quitado del medio.

—Sigue viva. —murmuró Atwood. ¿Cómo podía saberlo? Desde allí era difícil distinguirlo. Decidió confiar en su amigo y planificar el siguiente movimiento en base a eso.

—Supongo que no. —Andrew escuchó un grito ahogado de Susane a sus espaldas. Ojalá no creyera realmente en lo que estaba por decir. —Era prescindible.

—Justo lo que quería escuchar. A menudo dentro de un equipo hay voces discordantes, la suya parecía una de esas. —Markus ladeó la cabeza y miró más allá de Andrew, directamente hacia Susane. —¿Eres tú otra voz discordante?

Susane guardó silencio. Andrew prescindió de mirarla, tendría demasiada presión encima como para añadir su mirada a la ecuación.

—No. —se limitó a responder.

—Espero que así sea. —Las brumas empezaron a desvanecerse, aunque Andrew sospechaba que no se iban del todo. —Retomemos la conversación donde la dejamos. El Maestro necesita lo que se oculta en el interior de las bóvedas. Ahora que sabemos que hay alguien más buscándolas, tenemos que intensificar los esfuerzos por encontrarlas.

—¿Hay algún plan trazado? —preguntó Andrew. —¿O has estado improvisando hasta ahora?

—No hay registros sobre las bóvedas, al menos sobre su localización. Una semana después de mi llegada a Hogwarts localicé un escrito que hablaba sobre un rumor que conducía a lo que después identifiqué como la Bóveda del Hielo. Fue lo mejor que he podido encontrar hasta la fecha.

—¿Podría tener acceso a ese escrito?

—No, ya no hay nada que descifrar de él.

—Pero si me das la oportunidad, yo podría...

—He dicho que no. —La voz de Markus sonó como amplificada y con eco, Andrew no supo si se trataba de su propia percepción, del ambiente o de un truco suyo. —Ya no es necesario revisar el escrito, encontré algunas pistas en el interior de la bóveda.

—Excelente, ¿qué pistas?

—Haces demasiadas preguntas, Andrew. No dudo que son bienintencionadas, pero no olvides quién está al mando. —Markus dio unos pasos hacia ellos, pisando la mano de Jade con desprecio en el proceso. —Tengo sospechas de dónde podrían encontrarse dos bóvedas más, pero voy a necesitar tiempo para llegar a ellas.

—¿Cómo podemos ayudar? —Andrew miró a Atwood, que no había abierto la boca desde que había dicho que Jade seguía viva. Parecía más afectado de lo que se permitía mostrar frente a Markus.

—Necesito que seáis mis ojos y oídos donde yo no pueda estar. Me llevará tiempo llegar a las localizaciones que tengo en mente, mientras tanto, la otra persona que busca las bóvedas estará actuando.

Wizarding World: Las Bóvedas MalditasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora