CAPÍTULO 29 - NO ESTARÁS SOLA

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¿Las manos de Jade se habían sentido alguna vez tan frías? Susane lo dudaba, a pesar de las adversidades, siempre había encontrado calidez en su amiga. Sí, era tozuda y a veces se dejaba llevar por sus emociones, pero siempre se le podía convencer de que las cosas no estaban tan mal para sacarle una sonrisa. Odiaba planteárselo, pero quizá Jade no iba a volver a reír nunca más.

Petrificada en la cama de la enfermería, Jade tenía la mirada tan congelada como su cuerpo. El terror se había quedado atrapado en sus pupilas al igual que un último grito de asombro y temor que había tropezado con sus labios de hielo. Era la única persona petrificada en la enfermería, ya que al pequeño Colin se lo habían llevado a San Mungo para que pudieran mantenerlo hasta que estuviera lista la cura. Si es que llegaba a estarlo.

—No te has separado de ella en toda la noche. —Dumbledore acababa de entrar en la enfermería. Sus ojos se veían algo más cansados de lo normal, dándole una apariencia más anciana y debilitada. La luz del amanecer se colaba por las ventanas de la enfermería, resaltando sus túnicas coloridas.

—No quiero dejarla sola hasta que se la lleven al hospital. Ella no me dejaría sola.

—Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Sin duda, ese dicho debió ser inventado por un hufflepuff. —Dumbledore extendió una mano hacia la nada y una silla se materializó entre sus dedos. Se sentó con elegancia al otro lado de la cama de Jade. —Supongo que sabes por qué he estoy aquí.

—Sí. Lo siento, pero no vi nada. —Había llegado demasiado tarde para proteger a Jade y demasiado tarde para vengarla. —Cuando la encontré, el pasillo estaba desierto.

—¿Me contarás lo que estabais haciendo cerca del toque de queda en el pasillo de la biblioteca? Al menos el joven Andrew apareció poco después del suceso junto a ti.

—Pensé que ya habría hablado con Andrew sobre eso.

—El joven Andrew resulta ser una persona más enigmática de lo que me había parecido a simple vista. Su mente es tan accesible en estos momentos como la de la pobre Jade. —Dumbledore guardó silencio antes de añadir. —Quiero decir que no me ha revelado nada con sus palabras, pero sé cuándo alguien oculta algo.

En las últimas reuniones habían acordado confiar en Dumbledore para la búsqueda de las bóvedas y el caso de Markus. Si bien las prisas los habían llevado a actuar sin su supervisión, no veía el motivo para no informarle de lo ocurrido en ese momento. ¿Qué planeaba Andrew?

—Atwood también estaba con nosotros, pero nos separamos. No le he vuelto a ver desde antes de la petrificación.

—El profesor Snape me ha confirmado su presencia en la sala común de Slytherin. Para bien o para mal, nadie le ha informado de lo ocurrido todavía.

—Pobre Atwood...—El mazazo emocional iba a ser muy intenso para él. Alguien debía informarle antes de que se llevaran a Jade a San Mungo, al menos para poder despedirse. —¿Dónde está Andrew?

—También en su sala común. Después de hablar conmigo, pedí que lo escoltaran. Según sus propias palabras: "Sólo estábamos dando un paseo."

—No era ningún paseo. —murmuró Susane. —Estábamos investigando sobre las bóvedas.

—Me lo imaginaba.

—Hay alguien más buscándolas en el castillo, profesor Dumbledore. Un supuesto alumno de Ravenclaw, Jacob Bennett.

—¿Cómo has dicho? —Dumbledore se inclinó sobre su asiento. —No me habíais hablado de él antes.

—Lo descubrimos hace relativamente poco. Nos...enfrentamos en la biblioteca hace un par de días.

Wizarding World: Las Bóvedas MalditasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora