CAPÍTULO 43 - LA BATALLA POR ANDREW

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La detonación abrió un agujero en la roca que les reveló un pasadizo oculto. Tal como les había dicho Miss Brown, la guarida de los Oscuros estaba allí, oculta en unas ruinas incrustadas en una formación montañosa del sur de Grecia. Lo más importante de todo era que, de ser ciertos los informes de los exploradores, Andrew estaba allí. Susane se llevó la mano a la cara con un pañuelo de tela para protegerse del polvo que se había levantado con la explosión y del olor. Repulsivo, la humedad se infiltraba rápidamente por sus fosas nasales y se aferraba a su sentido del olfato como un murciélago a una estalactita.

—¡Vamos, vamos! —ordenó el señor Burrow, empujando a los guardianes a invadir la guarida. —Capitana, ¿todo en orden?

—Por ahora. —repuso ella con un tono calmado que no parecía adecuado para la situación. ¿Acaso no estaban en una invasión al enemigo?

Atwood y Susane habían acordado quedarse atrás junto al señor Burrow y el equipo de alquimistas hasta que dieran con el paradero de Andrew. Quizá su presencia no llegar a ser necesaria, pero de serlo, sólo podrían afectar al resultado de la batalla interactuando con su amigo. A nivel ofensivo, no eran más que un estorbo. Llevaban un mes de entrenamiento con el señor Burrow, pero no habían aprendido ningún tipo de magia más poderosa de la que ya conocían. El Gigante Galés había fortalecido sus cuerpos con entrenamientos básicos, pero exigentes, y les había enseñado a moverse por el terreno de batalla ciñéndose a sus capacidades individuales. Atwood había demostrado ser muy ágil y sigiloso, por lo que sus entrenamientos se basaban más en la precisión, potenciando movimientos rápidos y precisos y un buen juicio en pelea. Susane, por otra parte, no era tan habilidosa como su amigo. Sin embargo, cuando había sido llevada al límite por los entrenamientos, había demostrado una intensidad y determinación por cumplir con sus objetivos a las que se habían aferrado para las estrategias de entrenamiento. En cierto modo, Susane se sentía más cerca de Jade ahora que había descubierto su fuerza interior.

—Niños, paciencia. —les ordenó el señor Burrow. —No perdáis de vista la entrada a la guarida y oídos abiertos ante un ataque por la retaguardia.

—Sí, señor. —respondió Atwood. En sus ojos brillaba la determinación por rescatar a su amigo.

—La línea de retirada parece despejada. —dijo Susane, recordando la terminología que había aprendido durante los entrenamientos. —El pronóstico es favorable en esta zona del campo de batalla.

La Capitana inclinó la cabeza, quizá en señal de aprobación. No la había aceptado como guardiana y estaba dispuesta a demostrarle lo equivocada que estaba con su decisión.

—¡Acólitos en el túnel! —gritó uno de los guardianes que aseguraba la entrada. —¡Han abierto un acceso en la pared oeste!

—Avisad a la vanguardia. —ordenó la Capitana. —Mandad un patronus, bastará con eso.

Susane no sabía lo que era un patronus, pero estaba a punto de descubrirlo. De la punta de la varita de uno de los guardianes surgió un pequeño ratón de color azul brillante, parecía formado de luz. El ratón dio un par de vueltas alrededor del guardián y se internó en la oscuridad de los túneles.

—¿Qué era eso? —preguntó.

—Un encantamiento patronus. —les explicó la Capitana, entrelazando las manos a la espalda. —Sirven para espantar a los dementores, aunque también para enviar mensajes.

—¿Dementores? —preguntó de nuevo.

—Dejemos las lecciones para después, niña. —le recriminó la Capitana. —Estamos en guerra.

Susane frunció el ceño, pero admitió que tenía razón. Miró a Atwood y este asintió, reforzando su confianza. Los últimos dos meses con él habían reforzado su amistad hasta el punto de que ya no imaginaba su vida de otra manera que no fuera peleando a su lado. Esperaba que Jade no se pusiera celosa a su regreso, ellas seguían siendo mejores amigas. En cuanto a Andrew...ya le daría su merecido cuando entrara en razón. ¿Cómo podía haberse acercado más a Atwood que a él con lo que se había esforzado por caer bien al cerebrito?

Wizarding World: Las Bóvedas MalditasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora