Capítulo 7

57 13 4
                                    

Después de una dura mañana de entrenamiento, Fleur y yo nos despedimos de Marie y Claire bajo la excusa de que queríamos bañarnos cuando en realidad queríamos tirarnos en la cama porque estábamos agotadas.

Los golpes en la puerta interrumpieron nuestro momento de descanso. Nos miramos confundidas; aún no era la hora del siguiente entrenamiento y aparte de las gemelas, no habíamos creado vínculos con nadie.

Al abrir la puerta, nos encontramos con la general. Con su postura recta y seria, se dirigió a mí.
—Nyx, ven conmigo —ordenó, su voz resonando con autoridad.

Asentí y me puse de pie, despidiéndome de Fleur con una mueca de confusión, siguiendo a la general fuera del comedor hacia un rincón más apartado del campamento. Mientras caminábamos, podía sentir la expectativa creciendo en el aire, preguntándome a dónde me dirigía la mujer.

Una vez que llegamos a una especie de sala de entrenamiento rodeada de todo tipo de armas, Raden se volvió hacia mí, su mirada intensa centrándose en mí como si intentara leer mi mente.
—Nyx, hemos observado tus habilidades en el combate y francamente, son decepcionantes —dijo la general, su tono cargado de desdén—. Es evidente que necesitas un entrenamiento especial si alguna vez quieres ser útil en nuestras filas.

Apreté los dientes, sintiendo el golpe de las palabras de la mujer. Sabía que mis habilidades aún eran limitadas, pero no esperaba que fuera tan directa al respecto

Me crucé de brazos, intentando mantener la calma ante sus palabras.

—¿Entrenamiento especial? —repetí, dirigiéndome al príncipe tratando de no sonar desafiante—. No veo por qué es necesario. Puedo irme a casa con Fleur y—

Raden soltó una carcajada, interrumpiéndome.

—¿Casa con Fleur? No me hagas reír. ¿Crees que puedes esconderte detrás de esa amiga tuya para siempre? —Su voz tenía una cualidad cortante, como el filo de una espada.
Con un movimiento de cabeza dirigido a la general, esta salió en silencio de la sala, mirándome con preocupación evidente.

Di un paso atrás, pero Raden avanzó con una fluidez casi felina, acorralándome contra la pared. Sus ojos, de un azul gélido, me atravesaron como si intentara desentrañar mis secretos más profundos.

—Tu aura es diferente a la de los demás —susurró, su tono gélido pero atractivo, su proximidad desconcertante—. Estoy seguro de que escondes algo, Nyx. Y no descansaré hasta descubrir qué es.

Mi corazón latía con fuerza mientras lo miraba fijamente, tratando de no dejarme intimidar.

—No sé de qué estás hablando, mi príncipe. Soy tan normal como cualquier otro aquí. —Intenté sonar convincente, pero sabía que no lo estaba logrando.

Raden se inclinó un poco más cerca, sus labios rozando mi oído cuando habló.

—No te subestimes, Nyx. He visto suficientes guerreros en mi vida para saber cuándo alguien finge no tener las cualidades necesarias y tú... —Dejó la frase inconclusa, dejando que el silencio insinuara más de lo que estaba dispuesto a decir.

—¿Cómo? —Murmuré, incapaz de apartar la mirada de sus ojos intensos—. No soy más que una recluta. No tengo nada que ofrecer.

Raden sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos.

—No es lo que yo veo. —Se apartó ligeramente, su presencia seguía siendo abrumadora—. Sé que tuviste algo que ver con la escena del comedor asi que hasta que me demuestres lo contrario recibirás entrenamiento especial.

Intenté mantener mi compostura.

—¿Y qué pasa si no quiero demostrar nada? ¿Qué pasa si quiero llevar una vida tranquila, lejos de todo esto?

Raden soltó un suspiro, como si estuviera lidiando con un niño testarudo.

—No tienes esa opción. —Su tono se volvió más frío, más autoritario—. Aquí todos tienen un propósito, y el tuyo es luchar. Escapar no es una opción.

—¿Y si ...? —Mi voz temblaba ligeramente, pero intenté que sonara firme—. ¿Y si no soy la persona que tú crees que soy?

Raden inclinó la cabeza, sus ojos nunca apartándose de los míos.

—Entonces lo descubriremos juntos. Pero hasta que lo hagamos, no dejaré que una possible amenaza vaya rondando por allí suelta. —Soltó  mientras estudiaba mi reacción —.

Tragué saliva, sintiendo una mezcla de temor y curiosidad. Había algo en Raden, en su intensidad y determinación, que me atemorizaba, aún no había ni empezado a llevar a cabo mi plan y el hijo del assesino ya sospechaba en mí.

—¿Y si no estoy de acuerdo? —Murmuré, desafiando la mirada penetrante de Raden.

Él sonrió, una sonrisa fría y calculada.

—No tienes que estarlo. Simplemente harás lo que te diga. —Sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa—.
.
—Lo entiendo —respondí con calma, aunque por dentro ardía de frustración—. Estoy dispuesta a someterme a cualquier entrenamiento que considere necesario.

Raden me miró con burla, como si mi actitud frente a la crítica le pareciera divertida.
—Bueno, entonces empecemos —dijo, desenvainando una espada de entrenamiento con un movimiento rápido—. Yo seré tu contrincante, pero te advierto, no esperes ninguna consideración especial. Si quieres estar en mis tropas, debes demostrar que mereces estar allí.

Tomé una postura defensiva, preparada para enfrentar el desafío que se me presentaba. A pesar de la burla de Raden, estaba determinada a mostrarle que era capaz de mejorar y superar cualquier obstáculo que se interpusiera en mi camino. Además, estaba convencida de que él no sabía que estaba delante de la verdadera heredera de Darkwood.

Con cada movimiento, intentaba encontrar una apertura en la defensa de Raden, pero el príncipe era ágil y esquivo. Sin embargo, cada vez que se acercaba, podía sentir la intensidad de su aura, una energía magnética que me atraía de una manera que no podía explicar.

En un momento de descuido, me vi acorralada contra la pared por el rápido avance de Raden, su cercanía provocando una oleada de emociones contradictorias en mí. La mirada intensa del príncipe me hacía sentir vulnerable.
—¿Acaso tus papás no te enseñaron a defenderte? —susurró Raden, su aliento cálido rozando mi piel—. Solo estamos en calentamiento y no puedes ni actuar en defensa básica. Eres pésima con la espada y ni hablar de las batallas cuerpo a cuerpo. ¿Tienes algún secreto que estás guardando?

Tragué saliva, sintiendo el peso de la mirada del príncipe sobre mí. Los nervios comenzaron a apoderarse de mí, y en un movimiento instintivo, blandí la espada con fuerza, hiriendo accidentalmente a Raden en el brazo.

El príncipe retrocedió con sorpresa, una mueca de dolor cruzando su rostro.
—¡Maldición! —exclamó Raden, mirando su brazo herido con furia—. ¿Qué demonios estás haciendo, Nyx?

Me sentí abrumada por la culpa y el miedo. Había herido al príncipe, lo último que debía hacer.
—Lo siento, mi príncipe, fue un accidente —balbuceé, sintiendo las lágrimas amenazar con caer de mis ojos—. No quería hacerte daño, pero como decías que debía defenderme yo...

Raden me miró con incredulidad antes de recuperar su compostura.
Se llevó la mano al brazo herido, conteniendo una maldición entre dientes mientras la sangre manchaba su uniforme. Sin embargo, para sorpresa mía, en lugar de mostrar enfado o frustración, el príncipe dejó escapar una breve sonrisa, casi imperceptible, pero que no pasó desapercibida para mí.
—Acabas de herir al heredero del reino… —dijo Raden, su tono cambiando a curiosidad—. ¿Eres consciente de que puedo ordenar que absorban tu alma en este mismo instante, verdad?

Parpadeé, desconcertada por la reacción inesperada del príncipe. ¿Acaso estaba impresionado por mi acción o con ganas de chuparme el alma?

—Lo siento, mi príncipe. No fue mi intención herirte —me disculpé, fingiendo una culpa que no sentía en lo absoluto.

Raden me miró por un momento más antes de retirarse con esa estúpida media sonrisa dibujada en los labios.

Sombra y fuego  (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora