Cap. 1 | Acto I: La bendición del camino.

El Almuerzo.

Al terminar de escuchar este relato, Oberon sintió una gran conmoción en sus emociones, que expresó con un repentino gesto de frustración y diciendo lo siguiente:

—¡Cómo Quisiera poder recordar mi pasado! no puedo hacerlo, solo puedo recordar el estar atrapado en esa oscura habitación de la que me sacaste, no entiendo nada de lo que sucede—.

Y luego de una breve pausa agregó: —Puedo recordar poemas y canciones a los cuales recitar y cantar con gracia y encanto, creo ser capaz de abrir cerraduras con la muda agilidad de mis manos y esconderme muy bien entre las sombras hasta el punto de ser invisible para cualquier mirada incauta, incluso también siento la capacidad de disfrazarme para engañar o representar algún personaje sobre un escenario— luego de una reflexiva pausa continuó diciendo —se que soy muy capaz de tocar cualquier instrumento para infundir valor en mis aliados y temor en mis enemigos y sin embargo, no puedo recordar de dónde es que vengo— haciendo un silencio agregó: —Solo puedo recordar que me llamo Oberon Lizcano, y que me dicen "ladrón de corazones"—.

—¡Ah! Pícaro y trovador ha resultado la compañía— Comentó Perk, riendo con gutural risa de semiorco.

Oberon se contagió de su gruesa risa, por lo cual también se echó a reír, pudo notar con tal acto, que su nuevo compañero poseía algo bonachón en su interior, incluso hasta poseedor de cierto matiz infantil, más allá de su temible y bestial apariencia. Aún así, él no pudo dejar de volver nuevamente a ponerse solemne y preguntar sobre las razones por las cuales había ido a buscarlo...

—Ahora bien Perk, explicame por favor, cómo es eso que el destino de Arbómena posiblemente dependía de mí... de nosotros—.