Coscorrones celebratorios.

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Aún con la respiración agitada por la batalla, Perk sacó de su mochila una antorcha con la cual alumbró la oscuridad de aquel sitio, ya no tan terrible, en el que se encontraban, y al hacerlo, aquella araña tendida en el suelo mostró su descomunal tamaño en la totalidad su forma.

Oberon detenido por un breve momento de éxtasis, al poder caer en cuenta de la total magnitud de la victoria que habían logrado, detalló por completo aquella criatura y cómo cada mitad de su cuerpo, reflejaba la naturaleza de él y de su compañero, ya que la parte trasera del abdomen, poseía sus cuatro extremidades tendidas en simétrica postura, de tal manera que solo un ataqué preciso y estratégico, es capaz de lograr y en cambio la parte delantera reflejaba lo contrario, puro instinto y fuerza bruta, dos patas cercenadas de maneras totalmente asimétricas y una cabeza sangrante de verdes fluidos arácnidos, atravesada de extremo a extremo, por una larga y pesada espada.

Luego de detallar, hacer análisis y sacar conclusiones sobre todo lo acontecido, volvió de sus pensamientos para correr hacia Perk y saltar sobre su espalda, en fraternal y eufórico gesto de celebración, rozándole y dándole golpesitos a su tosca cabeza de semiorco con los nudillos de sus dedos, al son de una retahíla de comentarios que denotaban reconocimiento absoluto, como el mejor peleador de todos los tiempos, aquella escena simplemente parecía, a dos adolescentes cualquiera, de cualquier remoto pueblo, jubilosos por cualquier juvenil y simple motivo de alegría, incluso podría decirse, que este momento de su aventura fue el que selló el comienzo de su amistad.

Perk Nortis sacudió su espalda, aún con un poco de la adrenalina recorriendo la musculatura de su cuerpo, por lo cual Oberon salió volando por los aires, y aún con la extrema agilidad que había demostrado en toda la épica batalla que sostuvieron contra los arácnidos, perdió el equilibrio y terminó cayendo sobre sus glúteos.

Perk volteo un poco asustado por tal exceso de fuerza, su intención no fue la de hacerle daño alguno, por lo cual al ver a su compañero riendo a carcajadas sobre su espalda y sosteniéndose la barriga con las manos, se contagió de tal ánimo y también echó a reír a más no poder.

Luego de que pudieron con su reír, sublimar el vorágine de emociones con las cuales fueron embargados por la batalla, Perk ya más tranquilo nuevamente y en un tono de sobriedad, desinvocó a la maza flotante que muy quieta aún estaba por encima de ellos, como a la espera de nuevas instrucciones, luego volteó hacia su compañero y le dijo con su característica voz gutural de semiorco:

—Oberon, levántate, esto no ha terminado, aún hay un par de cosas que debemos hacer y requieren de toda nuestra plena atención—.


Cap. 1 | Acto I: La bendición del camino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora