Cierto día, Emily, pensaba en su debut social, la tranquilidad que había adquirido con la brisa suave del balcón se vio interrumpida cuando problemas se presentaron en su cabeza: La tradición imperial para el debut de una dama o un joven noble, es que todo fuese preparado por la madre y señora. Pero en la situación de Emily, debería ser la mujer más cercana; bajo ningún aspecto debería ser un hombre. He aquí el problema, Emily desconocía a quien encomendarse. Habían algunas señoritas cuyas profesoras de etiquetas organizaban el evento, pero Emilyette no tenía ninguna institutriz en la cual pudiese confiar aquello, a esto se adicionaba el hecho de que ningún instructor estuvo a su lado por más de una semana y desde hace tres años no contactaba con ninguno, por lo que se vería raro.
Por otro lado, sus abuelas viven demasiado lejos y sería muy agotador para sus edades. Esta situación era tan problemática que iba a planear el debut ella misma, pero la sociedad le observaría lastimosamente, y era como admitir que el duque no tenía conexiones cercanas. Evidentemente, no podría hacer tal cosa, traería demasiadas molestias a su padre y los rumores sociales ya eran lo suficientemente molestos y tediosos como para situarse en su centro. Mientras seguía meditando sobre ello, solo llegó a una solución, era demasiado improbable que su petición fuese aceptada pero debía intentarlo, ella fue la única persona en la que pudo pensar para este momento: Lara Gallyand, princesa de Gallyand y Archiduquesa de Helthen. Esta persona era su única tía, hermana menor de su madre y del emperador de Gallyand. Era un figura sociopolítica de notable importancia, y también estaba muy ocupada, por lo cual sería extraño que pudiese apoyarle en esta situación. También era un familiar quien no veía desde hace unos años. Pero independientemente de todas las improbables razones que le permitirían viajar al imperio Eberhard, ella decidió tantear con su suerte.Tras adentrarse nuevamente en su habitación y sentarse en el escritorio, pensó cuidadosamente antes de escribir; excluyendo el saludo, fecha y firma, solo eran unas pocas líneas:
"Ante la ausencia de mi madre, imploro descaradamente, sin tener consideración por su ocupada agenda, que me ayude en la preparación de mi debut social, y venga a Eberhard en pos de madre."
Emilyette, salió de su dormitorio, sus zapatillas de tacón bajo resonaron por el pasillo con constancia y firmeza, solamente escuchando aquellos pasos seguros y ligeros, la servidumbre sabía que se trataba de la joven dama. No solo esto, sino que también determinaban la velocidad de su caminata y hacia dónde se dirigía por lo que todos se apartaron del camino antes de que la señorita siquiera les pudiese ver la espalda. Con dificultad podría encontrarse unos siervos que conociesen de tal manera los hábitos de su amo, o que su oído fuese tan agudo para para averiguar todos los detalles anteriores. Sin embargo, esto no era algo inusual, definitivamente no podías ser normal si pertenecías al entorno de esta familia, por lo que el duque se aseguraba de que incluso la servidumbre fuese entrenada adecuadamente en lo que realmente era pertinente. Lo cual excluía de las preparaciones asuntos vanales como etiqueta -por lo menos cuando eran eventos privados-. Según el duque realmente no importaba utilizar 5 cubiertos para una misma cena, ¿es que acaso la cuchara de la sopa no podría utilizarse también para el postre? Seguía siendo una cuchara, con el mismo uso a pesar de que se le cambiase el tamaño y se ampliase el nombre. Por lo que la colocación de la mesa no era algo que definiese la utilidad de un servidor, lo mismo sucedía con las otras miles de estupideces de las que los nobles se jactaban.
La joven subió cuantiosas escaleras de una de las torres de la mansión. Al llegar a la cima, un caballero aguardaba reverenciado con antelación, y tras la orden de Emily retomó su postura firme. Emily se acercó a la más grande de las tantas jaulas que se encontraban en el lugar, luego de obtener la llave del caballero, esta fue abierta y un hermoso halcón se posó en su cabeza. La criatura plateada tenía un plumaje peculiar, que en el pecho se volvía un rombo negro; y en el cuello llevaba una cinta azul con una majestuosa E bordada. Emily extendió su brazo y el ave, entendiendo la orden de su ama, se posicionó en su antebrazo. Emily guardó la carta para la Archiduquesa en el anillo de la pata del halcón. Tras asegurar todo, le permitió volar.
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Emily
AventuraInspirada en hechos reales y trasladada a un mundo de fantasía para disminuir la tristeza... Una historia llena de aventura , acción y magia. Con una protagonista que desafía las leyes y reglas sociales de su mundo para conseguir su venganza... sien...