Mens rea

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Un punto fijo.

Draco empezó a llamarlo así cuando entendió que tenía distintos tipos de visiones. Estaban las que tenia de forma lucida donde los eventos que iban a ocurrir eran próximos y los podía cambiar.

Y luego estaban las que tenía por sueños, donde podía ver visiones de un futuro lejano. Ahí se encontraban los puntos fijos. Un punto fijo como Draco entendió a los diez años por la muerte de su abuelo, era un hecho ineludible.

Su abuelo había muerto de muchísimas maneras en sus sueños. Draco lo vio a la orilla de un lago mientras un quintaped le saltaba encima, asistiendo a una fiesta para que un truco de salón le incendiara la túnica, contagiándose en un restaurante de una enfermedad mágica demasiado agresiva, durante una excursión a través de una montaña, visitándolos en la mansión o falleciendo en el Ministerio. Murió una y otra vez a través de sus sueños.

Draco intento cambiarlo, tuvo tres meses hasta que el día se cumplió y mientras su abuelo no visito ningún lago, ni asistió a una fiesta, y ni si quiera salió de su hogar, aun termino falleciendo.

Una de sus colecciones contenía lo que lo había asesinado, algo que era hasta más extraño que un quitaped. Adentro de una pequeña canica mágica estaba atrapada una criatura oscura y carnívora que ni siquiera era natural en el país.

Draco había pasado el día nervioso e intentando sutilmente visitar a su abuelo, tenía una competencia de piano y una reunión con los hijos de un magnate que era amigo de sus padres. Cuando volvió a casa con sus padres y el premio, decidió simplemente tomar el flu hasta la mansión de su abuelo.

—¿Cariño?—su madre lo observo con curiosidad mientras su padre levitaba su premio y les daba órdenes a Biby, un elfo, de poner el trofeo en la vitrina—¿A dónde quieres ir?

—Con el abuelo—sonrió Draco, ni si quiera años de gracia social sirvieron para ocultar su nerviosismo y ante la mirada de sus padres confeso—Me siento muy inquieto y solo pienso en el abuelo.

Su padre frunció el ceño consternado, Abraxas Malfoy de 63 años y único abuelo varón vivo de Draco, era un hombre sano y de mediana edad. Su abuelo iba de un lado a otro en pequeñas aventuras elegantes feliz de dejar el trabajo Malfoy a su dispuesto y único hijo Lucius.

Narcissa asintió hacia Draco y tomo el brazo de su esposo hacia la chimenea.

Draco suspiro aliviado y mientras escuchaba el suave murmullo de su madre convenciendo a su esposo, paso por el flu hasta la mansión cottage de su abuelo.

—Es bueno seguir presentimientos—sonrió su madre mientras aparecía detrás de él. Su padre no dijo nada y se limitó a observar el salón privado por donde salieron.

Era un salón hermoso de color ladrillo con sofás chesterfield azules, cuadros acuáticos con sirenas y donde más se reunía Draco con Abraxas cuya esposa había fallecido en la guerra mágica y vivía con tan solo un elfo doméstico.

Su abuelo era un hombre arrepentido de seguir a Voldemort, viviendo entre la culpa de haber conducido a la muerte de su esposa y la libertad de una vida sin un matrimonio arreglado y un mago oscuro a sus espaldas.

Draco aprecia al hombre, es honesto con sus experiencias en la magia oscura, apreciándola, pero cuidando de no impresionar a Draco con algo peligroso, hablaba de su abuela con respeto, pero nunca mentía sobre su matrimonio arreglado y que fue su propia experiencia lo que lo llevo a dejar a Lucius libre de uno igual.

Su abuelo y el pasaban horas en la habitación hablando, mientras que Draco jamás había confesado ser un vidente el astuto hombre parecía divertido y resuelto al escuchar sus advertencias.

Mente culpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora