SIETE: Artista y comerciante de arte.

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Camila vivía del arte, Sofía vivía de la obra de arte de su cuerpo, compradores exóticos pagaban altos precios por sus pinturas cada mes, al igual que los clientes de Sofía.
Eran mejores amigas, no, eran mucho más, eran cómplices, atadas por siempre por secretos de delitos. 
Ambas ex miembros de una familia de abusadores y abusados, eso la pelirroja lo sabía bien. Al poco tiempo de vivir juntas Camila hizo que su prima recuperara contacto con un miembro muy importante de esa trinidad enfermiza: Tizziana, su antigua compañera de clase y mejor amiga, las tres eran una.
Sofía siempre había permanecido aislada de todas sus compañeras, excepto de esa linda niña de cabellos negros que le acariciaban la cintura, de risa como culpable y sinvergüenza, solían compartir mensajes románticos y a veces subidos de tono por simple comedia, pues ninguna tenía el mínimo interés amoroso en la otra, eso lo sabían bien, pero ese juego le había valido a Sofía un cambio de escuela y una pastilla más.
Tizziana solía ser su única compañía en esa maraña de víboras, la única a la que no le importaba su historial, quizás porque estuviera muy ocupada pensando en algún amante de turno como para percatarse de su mala fama. 
A ambas las unía una misma debilidad: los muchachos, aún así eran muy diferentes, Tizziana era apasionada, de esas que duermen placenteramente en los brazos de su compañero, disfrutaba mandar mensajes tanto románticos como eróticos y dar la mano al pasear, Sofía, en cambio, pensaba en que mientras más rápido se subieran los pantalones y se largaran, mejor. 
En ese entonces ni siquiera tenía clientes aún. 

Sofía, ay Sofía...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora