VEINTICUATRO: Mamá.

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Una interesante manera de conocer a tu suegro es luego de haber escapado de la ciudad con su hija y un lugar no muy apropiado para ese primer encuentro: una habitación para interrogatorios en la que se encontraban sentados uno frente al otro.
—Entonces debes ser el novio de mi hija.
Mateo tragó notoriamente pero como lo llamó le había gustado, no podía negarlo.
—Mi nombre es Carlos, no pensé que sería así como conocería a mi yerno.
Mateo solo se mantuvo en silencio.
—Tus padres deben estar muy preocupados por ti, perder a otro hijo... no deberías hacerles eso.
—Señor, yo solo estaba ayudando a su hija, lo que ustedes están haciendo no está bien.
—¿Ayudando a mi hija? Mi hija necesita ayuda de verdad, nuestra ayuda, ella no es capaz de cuidar adecuadamente de si misma.
—¿No le parece un poco tarde para empezar a cuidarla?
La mirada del hombre era severa pero la de Mateo también.
—Escucha, no discutiré mi modelo de crianza con un adicto de veintiún años.
Mateo empezó a asustarse otra vez.
—Pensé que debería hacer contigo lo mismo que con mi hija, pero esos ojos rojos y el olor me dicen que no hay nada que fingir, no sabes cuánto me alegra.
Y Mateo verdaderamente sintió miedo.
—Con una orden de algunos amigos míos acabarás lo suficientemente lejos, así que aléjate de mi hija por las buenas y conservando tu libertad.
Ambos salieron de la sala y a Mateo le devolvieron sus cosas, sus llaves, su billetera y su celular...
No tenía idea de lo que haría pero antes de resolverlo él volvió a acercarse.
—Escucha hijo, piensa en tus padres.
—¿De qué está hablando ahora?
—Sé dónde está tu hermano.
Mateo bajó el celular y lo metió a su bolsillo, esto había aumentado su seriedad.
—¿Y qué?
—Si vuelves a intentar algo daré una orden y alguien desconectará el único cable que mantiene a tu hermano aún con nosotros.
Mateo lo sujetó con fuerza del cuello de su camisa.
—Primero me amenaza con Sofía y ahora con mi hermano ¿qué me detiene de hacer que no pueda pronunciar una orden nunca más?
Dos oficiales llegaron e hicieron que lo suelte.
—Hospital Santa Julia, quinto piso, habitación dieciocho B, piensa en tus padres y en ti mismo y no vuelvas a acercarte a mi hija.

En una ciudad vecina se encontraba Sofía, al cuidado de su madre, una vez más en esa cárcel sin puertas ni ventanas.
—Eres una vergüenza.
—Gracias, mamá.
—No te fue suficiente con meter hombres a tu habitación durante toda tu adolescencia, entonces, ¿ahora te escapas con ellos?
—Lamento haber fornicado bajo tu techo pero no es como que me dejaras salir como para hacerlo en otro lado y Mateo no es como los demás.
—Eres incorregible y qué importa si él no es como los demás, tú eres una cualquiera ¿crees que él se iba a quedar por mucho tiempo? Un día, un buen amigo le diría quien es la chica a la que lleva agarrada de su brazo y él saldría corriendo.
—No lo haría.
—¿No? ¿Ni sabiendo que su linda novia era una prostituta?
—Él lo sabe.
—¡Ja! Cariño... no me hagas reír, las cosas no funcionan así.
—Él lo sabía todo y aún así me quería.
—¡Deja de mentirme y deja de mentirte a ti! ¡Nadie podría amarte sabiendo cada barbaridad que has hecho!
—¡¿Tanto odias la idea de que pueda ser amada?!
—No me levantes la voz.
Su madre le levantó la mano como era esperable y como ya era una costumbre pero Sofía la sujetó de la muñeca, algo en ella había cambiado y por un minuto Rosalba se asustó.
—No me toques.
—¿Le harías daño a tu propia madre, Sofía?
—¡¿De qué demonios estás hablando?! ¡Eres tú la que me ha hecho daño siempre!
—¡Me lo reclamas como si no te lo hubieras buscado!
—¡¿Por qué me odias, mamá?!
—Mírate, tratándome así, no puedes ser más parecida a ella.
—¿Qué?
—Eres la viva copia de Carmen.
—¿Carmen? ¿Tu hija favorita?
—Oh, ella no siempre fue lo que tú conociste.
—¿De qué estás hablando?
—Maleducada, adicta, promiscua, solo te faltó heredar lo de adicta, luego lo tienes todo.
—¿Heredar? ¿De qué estás hablando ahora?
—Carmen nos avergonzó hasta hacernos enfermar y solo pudo sentar cabeza al quedar embarazada.
Hasta donde Sofía sabía, su hermana no tenía hijos ¿había abortado?
—Carmen... ¿tuvo un hijo?
—Una hija, cariño.

Sofía, ay Sofía...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora