OCHO: Melena azabache.

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Tizzi era una romántica empedernida, se enamoraba de todos los chicos con los que se acostaba y vice versa. 
Guardaba en un cajón pilas y pilas de cartas de admiradores y las leía cuando se sentía sola, otro dato interesante sobre este tercer miembro es que era conocida por no lidiar muy bien con las rupturas, una vez, cometió una especie de inocente vandalismo que ahora es una leyenda en su antigua escuela: con una navaja rayó de arriba a abajo y en todas las direcciones el casillero de su compañero de clase y ex pareja, en el medio, la navaja clavada en una foto de una chica y el ex amante, como recordándole su falta, motivo de la separación.
Tizzi cometía su obra vandálica con el mentón arriba y la espalda erguida, porque ella era muchas cosas, pero no infiel. 
Tizziana pensaba con añoranza y casi hasta con cariño en esa pequeña escala de adúltero mientras cepillaba su melena azabache y se observaba fijamente en el espejo, Sofía, en la cama, también la miraba, casi adivinando sus pensamientos y sin que esta preguntara nada la dueña de casa habló: 
—Muchachos... puedes entregarles el cuerpo pero antes debes sacar el corazón. 
Rió tristemente y continuó:
—Aún no aprendo como...
Sofía se sentía apenada por ella, sabía que los hombres eran el motivo de su alegría y también de su tristeza, pero procuró pensar en otra cosa, sabía que no podía ayudarla, ya lo había intentado antes y había fracasado y pruebas fieles de su imposibilidad de cambio eran las veces en que algún idiota la había molido a golpes y la relación solo acababa por una carta falsa de él anunciando el rompimiento, pero en realidad los padres habían usado sus influencias para enviarlos muy lejos de su preciada hija.
A veces Sofía envidiaba la forma torcida que tenían los padres de Tizzi de protegerla ante lo que sea. 
Tizziana pataleaba y no comía por días pero finalmente terminaba enfocando su atención en algún nuevo atleta becado en su escuela o en algún tipo que lanzara piedras a su ventana por la noche, todo esto la hacía sentir como en una telenovela.
Sofía ahora tenía sus pensamientos en otra parte, en una ciudad cercana, donde se encontraba Camila, en busca de pintura e inspiración, grande sería su sorpresa al encontrarse con un demonio en lugar de óleo, o mejor dicho, con una legión.  

Sofía, ay Sofía...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora