5. Omega papita

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El alfa de Enzo es amable, dulce y cariñoso con él desde que están rodando muchas más escenas juntos. Matías es un alfa chiquito -como le gustan al otro omega- y lo cuida cada vez que se siente mal y necesita parar de rodar.

Las náuseas lo están matando y se quiere morir cuando el alfa le sujeta el cabello. Lo avergüenza que lo vea así y además no es su responsabilidad encargarse de él y de su embarazo, pero Matías no es otra cosa que amable y cuidadoso con él.

—Tranquilo, Agus, no pasa nada... —le dice, acariciando su cabello cuando se empieza a incorporar pero se ve obligado a parar cuando las náuseas lo invaden de nuevo— Estaré contigo acá, no te preocupes por nada...

Después de un rato se siente lo bastante preparado como para levantarse y se siente aliviado cuando su estómago le da una tregua, pero mirar a Matías a los ojos le da vergüenza.

—Lo siento —le dice, moviéndose para lavarse la cara y los dientes— no deberías haber visto esto, yo...

Matías le sonríe, lo ve reflejado en el espejo, y está claro que está esperándolo, no lo deja solo por si vuelve a descomponerse y de repente entiende porqué Enzo no para de hablar de él con esa sonrisa de enamorado.

—No es molestia, Agus —le contesta el alfa con una sonrisa amable— quiero tener cachorros algún día, también lo cuidaré a él así...

Le sonríe de vuelta, pensando en Enzo con su vientre hinchado y le queda muy claro que Matías no se despegará de él cuando eso pase.

—Serás un gran esposo alfa, Mati.

Termina con lo que está haciendo y se seca la cara, listo para volver a rodar y se sorprende ligeramente cuando Matías le tiende la mano y entrelaza sus dedos con él. Sabe que no le interesa, no en ese sentido porque el alfa no huele así, pero aún lo sorprende aunque se deja guiar por él de vuelta a la montaña para seguir rodando.

—Tengo que cuidar al omega papita de mi omega —le dice con una sonrisa— Enzo se muere por cargar a tu cachorro.

Asiente y no le pregunta nada más, cuando regresan siguen grabando y sus escenas salen bien a la primera, por lo que acaban a tiempo aún habiendo tenido que parar por su culpa.

Juani sigue grabando cuando llega la hora de comer, así que se sienta y comienza. Adaptaron su dieta para él, pero todavía no siente mucho apetito, así que se come la mitad y se sorprende mucho cuando un olor que conoce bien lo invade y de repente hay una manzana enfrente suyo.

Fran está allí, con su aroma a lavanda y le tiende la fruta, muy cerca suyo. No le incomoda la cercanía, es el alfa de su amigo y está acostumbrado a tratar con él, pero no suele dedicarle tantas atenciones.

—¿Fran? —pregunta, aunque acepta la manzana de sus manos.

—Tenés que alimentarte bien —le dice el alfa, y casi parece que lo está reprendiendo— tu cachorrito tiene que estar sano.

Hace un puchero y muerde la manzana. Es verde, de las que le gustan y le recuerda al aroma de Enzo, así que ronronea mientras le agradece al alfa.

Fran se despide de él con un beso en la mejilla que lo toma por sorpresa.

—Tengo que cuidarte bien, mi omega está pegado a vos siempre y si sos importante para él, también para mí.

Los alfas de sus amigos omegas están muy cariñosos con él, lo entiende cuando Valentino se le acerca después de cenar y le obsequia un peluche. Es un osito bonito y suave de color amarillo.

—Para tu cachorrito, precioso —le dice cariñosamente, y entiende porque Blas se está enamorando de él— todos te cuidaremos.

Juani ve todas esas interacciones y no le molesta, sabe que alfas emparejados y como de cerca está él de sus parejas omega, pero todavía suelta una risita cuando están en la cama esa noche y lo olfatea de cerca.

A por el omega grandoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora