d i e c i s é i s

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El sol está a punto de ocultarse, los pájaros comienzan a volverse ruidosos y yo suspiro con pesar mientras me sostengo para recuperar el aliento. He estado corriendo en círculos por horas, desde que mamá dijo que eso podría hacerme liberar algo de tensión.

No puedo negarlo, realmente ayuda. Estoy demasiado concentrada en no caer y en lo mucho que mis piernas pesan entre más tiempo transcurre, no tengo un segundo para tener otros pensamientos en mi mente, hasta ahora, mientras trato de respirar lentamente.

— ¡Hola Violet! —cierro los ojos y me maldigo una vez más por haber decidido ese nombre entre un gran montón en el mundo. Pude haber dicho Juana, hubiera sido mejor.

—Hey, Will. —musito recuperando el aliento y elevando un poco mi mirada hacia el chico. Está vistiendo ropa deportiva y no luce como si estuviera a punto de caer en la pista por el agotamiento. Luce fresco como una lechuga y me pregunto cuanto tiempo tiene aquí, observándome. — ¿Cómo has estado? —continúo, tratando de sonar cortés y respirando con más tranquilidad.

En realidad, tengo que admitir que este es un chico bastante agradable. Después del incidente del bar, he aceptado un par de salidas con él –porque de alguna misteriosa manera él sigue apareciendo en mi camino–, y al fin y al cabo no puedo arrepentirme de ello; siempre termino olvidando mis problemas y pasando un buen rato.

—Bien, muy bien. —él suena feliz, como siempre. — ¿Qué hay de ti? ¿Necesitas un poco de ayuda para llegar a las gradas para descansar? —me pongo de pie correctamente, nuestra diferencia de estatura es bastante notable a pesar de que yo soy una chica alta. —Parece que quieres desaparecer de tanto correr. —se burla y hago una mueca.

Yo no quiero desaparecer, quiero que mis problemas se esfumen.

—Ja, ja, ja. —musito fingiendo molestia ante su mala broma. —Probablemente debería seguir corriendo para ver si me es posible desaparecer.

Whoa, —dice, elevando sus brazos. —Que hostil, sólo era una broma.

—No fui hostil. —hablo entre dientes, probablemente, ahora sí estoy siendo hostil. Pero no lo hago a propósito, es esa maldita sonrisa de comercial que jamás abandona su rostro. Sus ojos azules me escanean un momento, buscando algo que no sé con exactitud que es.

Es tan desesperante porque es guapo como esos modelos perfectos que salen en los catálogos de ropa por internet.

—Oh chica, ¿mal de amores? —su voz se escucha apenada, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.

¿Qué?

— ¿Qué? —dejo que el pensamiento abandone mis labios.

Will se ríe suavemente y mira hacia atrás, yo imito su acción y me muevo hacia el extremo de la pista para corredores, quiero sentarme y beber algo de agua.

—Un abrazo podría ayudar en esto. —odio cuando frases como esa abandonan sus carnosos labios siempre que nos vemos. Son oraciones que me parecen tan tontas y a la vez me incomodan. Probablemente, porque sé que es capaz de hacerlo.

—Ew, no. —saco la lengua, aún caminando. Will sigue mi paso con rapidez y camina a mi lado, nuestros brazos chocan –porque él lo hace a propósito– y yo entrecierro mis ojos mientras Will retiene una risa.

— ¿Por qué no? —finge sonar herido.

Pongo los ojos en blanco. —Oh, no sé. ¿Por qué estoy sudada como un puerco? ¿Por qué no me gustan los abrazos? ¿Por qué no estoy sufriendo por un amor? No sé, hay miles de razones por las que yo no quiero un abrazo.

Él extiende los brazos, la sonrisa volviendo a su rostro. Como no. —Oh, me estás hiriendo. Vamos, no me importa que sudes como un puerco. Yo intuyo que te gustan los abrazos y que sí, tú estás sufriendo por algo. No pensaré en las otras miles de razones por las que no quieres un abrazo, porque sé que internamente lo deseas. —expresa seguro de sí mismo y pongo los ojos en blanco por segunda vez ante él. Percibo mi botella de agua a unos pocos metros y siento como mi boca se seca aún más.

Fears | niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora