c u a t r o

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Después de esa pequeña visita que hago a mi madre, permanezco alterada el resto de la semana. La histeria se logra apoderar de mis acciones y todo lo que hago sale espantosamente mal. No puedo siquiera poner un pie fuera de mi habitación sin ponerme a pensar en las miles de posibilidades después de que me atrape.

Me estoy volviendo loca, mucho más de lo que era. Y todo se debe al pequeño recado que Niall había dejado con mi madre para mí:

«Preciosa, no puedes huir por siempre. Tarde o temprano tendremos que terminar con el asunto.»

Pasan los días y estoy viviendo dentro de un ciclo vicioso. Una rutina que consiste en despertar a causa del llanto de la bebé de Rebecca, perder el sueño, permanecer acostada hasta que alguien viene y me obliga a hacer algo con mi vida, dormir. Estoy consciente de que nada de lo que hago es normal. Nada para mí tiene sentido a esta altura.

El sexto día dentro de mi periodo de histeria, algo sucede.

Después de haber sido literalmente obligada a salir de la comodidad de mi habitación y la seguridad de mi hogar. Camino hasta la biblioteca más cercana. Me gustan los lugares silenciosos y en esta época del año, la calefacción es mucho más funcional que la de mi casa. Me envuelvo más en mi abrigo azul después de tiritar un poco. Odio el hecho de no tener dinero para el combustible de mi pequeño auto. Mi padre, como castigo, decidió retirarme la cantidad de dinero que me daba prácticamente a diario y por consiguiente, me quedé sin un centavo y en un par de días entro a la escuela. El solo pensarlo me da escalofríos.

En la biblioteca, la nueva encargada me saluda alegremente y yo solo le doy un pequeño asentimiento después de mostrar mi credencial para pasar a mi área preferida, fuera de las grandes mesas compartidas que se llenan durante el periodo de exámenes finales cuando todos desean obtener una nota aprobatoria para presumir que, han subido un escalón más en su vida estudiantil.

Me siento en uno de los sofás y permanezco ahí, envolviendo mis brazos alrededor y observando los grandes libreros que tienen tomos antiguos de viejas enciclopedias que no han sido utilizadas en años. Cierro mis ojos y respiro con lentitud mientras contengo mis temblores. He decidido no tomar ningún libro esta ocasión. Lo que busco es disfrutar del silencio, el aroma a libros y más tranquilidad de la que podría encontrar en mi propia habitación. Los pasos pesados de alguien me ponen alerta pero me niego a abrir los ojos. Probablemente sea la encargada que, válgame la redundancia, se encarga de que realmente esté aquí y no me haya marchado a los archivos especiales a los que solamente los trabajadores tienen acceso.

—Maiah Collins, cuánto tiempo. — su voz me hace abrir los ojos. Zayn toma asiento en el sofá de al lado y me estudia con la mirada. Obligo a mi cuerpo a comportarse con tranquilidad y dejo mi rostro sin expresión alguna. — ¿Has adelgazado? — cuestiona ladeando su cabeza con curiosidad.

—Basta. — susurro. — ¿Qué es lo que quieres, Zayn? — mi voz no tiene rastro alguno de temblor en ella y me alegro. — ¿Quién te ha mandado a molestar esta vez? — espeto y él levanta sus manos mientras frunce el ceño.

—Tranquila, vengo en son de paz. Marcie me comentó el otro día que te había visto en el centro y me preocupé cuando te describió como demacrada y triste. — asiento. Debí suponer que Marcie continuaba informando a Zayn por ser su novio y éste a Niall, por ser algo así como "amigos".

—Estoy bien, Zayn. — respondo con cansancio y un poco de amabilidad. Él eleva sus cejas pero no añade nada durante un rato. Eso es sabio de su parte.

— ¿Vendrás a la fiesta de bienvenida? — pregunta interrumpiendo mis pensamientos. Tomo mi tiempo para responder.

—Siempre lo hago, soy animadora. — digo y él capta la ironía en mis palabras. Animadora, una animadora que se aísla del mundo y vive con miedo constante, una animadora que huye de las multitudes y en específico de su ex novio.

Fears | niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora