—Mamá, tengo miedo.
Recuerdo que esas eran mis palabras para todo lo que creía podría dañarme. Empecé a utilizar esa frase creo que por primera vez en mi vida cuando cumplí cuatro años y una tormenta eléctrica amenazaba con estar ahí toda la noche. Vi como ella sonrió comprensiva y me acunó en sus brazos. Por ser la más pequeña de la casa en ese entonces, era la más mimada de los cuatro hijos de mi madre. Claro que, uno de ellos estudiaba la universidad y no vivía más en casa, los otros dos en plena adolescencia decían no necesitar más mimos y yo no lograba comprenderlos. ¿Cómo no les podía agradar el cariño y la seguridad que mi madre brindaba con tan solo abrazarte?
Ella besó la parte superior de mi cabeza, sobre mis desordenados rizos castaños.
—Lo sé cariño. Es normal tener miedo, a todos nos da miedo algo. — Pero yo no podía comprenderlo, ¿Cómo los adultos podían temerle a algo siendo tan viejos? Fruncí el ceño ante esa respuesta y mi madre tocó el puente de mi nariz con su dedo índice. Cada vez que me ponía ceñuda, ella hacia eso para regresarme mi sonrisa infantil. Sin embargo, yo no hice más preguntas ni algún otro comentario al respecto, mi pequeña mente de niña seguía tratando de analizar las palabras y sacarme de la incredulidad de que todos tenían miedo de algo.
Más tarde, cuando la tormenta pasó y mi madre colocaba una frazada más sobre mi cuerpo y besaba mi cabeza deseándome buenas noches me hice una promesa.
— ¿Mamá?
— ¿Qué sucede cariño? — Dijo ella deteniéndose en el umbral de la puerta antes de apagar la luz de mi habitación.
—Yo nunca tendré miedo de nada. — Exclamé orgullosa al decirlo, mamá me dedicó la típica mirada que una madre le dará a su hijo cuando dice que quiere hacer algo que probablemente no podrá hacer, como volar o querer abandonar la casa con un par de muñecos y un poco de comida guardados en un pequeño baúl.
Ahora, puedo recordarlo como si fuera ayer. Probablemente el más claro recuerdo de toda mi infancia. Me doy cuenta entonces cuán crédulos son los niños, que mente más maravillosa tienen que los hacen creer en todo.
Pero, a pesar de que mi promesa parecía algo tan simple y sencillo de llevar, a la larga ha resultado el mayor reto de mi vida.
Nadie se salva de temer a algo.
Nunca.
Y ahora vivo en un mundo lleno de sombras a causa de mis decisiones. Todas y cada una de ellas son como fantasmas que amenazan llevarme con sus grandes y pesadas cadenas. Sombras que siguen cada uno de mis pasos, pues estos las han provocado. Tratar de ser valiente e intrépida fue la cosa más inútil y vana que pude haber realizado. Pero no pensé jamás en las consecuencias, no me importó arrastrar a mi propia familia conmigo, fui tan egoísta.
Probablemente, tener miedo no es la peor cosa del mundo. Te protege tanto como puede llegar a hundirte. Debe haber un balance, pero yo no he sabido encontrarlo. Es difícil encontrar un punto de equilibrio cuando tu mayor temor es a la vez tu más grande debilidad; la persona de la que estás enamorado.
Y Niall Horan es la sombra más grande que lucha por hundirme.
ESTÁS LEYENDO
Fears | niall horan
Teen Fiction"No importa cuanto le temas, el amor siempre estará ahí." Fears #1