catorce.

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Iván estaba más que nervioso. Su pecho subía y bajaba debido a la ansiedad que sentía al presentarse ante la madre de rodrigo como el novio de su hijo. Si bien sabía que la señora era bastante dulce, amable, como su segunda madre, tenía miedo de que no le gustara la idea de que su hijo fuera homosexual.

Rodrigo esa tarde antes de salir le dijo que estaba bien, que no tenía por qué sentirse nervioso, ya que su madre era bastante abierta de mente e incluso defendía a las personas homosexuales, que eran personas después de todo y tenían todo el derecho de amar.

Pero iván le dijo que la mayoría de casos así terminaban mal porque las madres veían un caso distinto, un caso más cercano.

Y entonces rodrigo le dio un zape al menor y le dijo que dejara de ser tan jodidamente pesimista.

─ Calma ─ carrera sonrió suavemente, notando como el menor le veía con nervios a flor de piel y una leve mueca en sus brillantes labios. ─ Todo saldrá bien ─ sonrió suavemente y se acercó para poder depositar un casto beso en la frente del pelinegro.

Y con ello al fin buhajeruk pudo sentirse algo mas tranquilo. A los ojos de rodrigo, iván era así como un gato mimado, si no lo mimabas o podía molestarse o estar triste, en este caso, si no lo mimaba estaría temblando de los nervios.

Abrió finalmente la puerta de su hogar y tomó la mano de su menor para poder arrastrarlo consigo hasta dentro de su hogar, llegando finalmente al living. Su madre salió de la cocina y notó como su hijo sostenía la mano de un nervioso iván y la mujer no hizo mas que ladear su cabeza 'sin comprender' lo que estaba pasando.

─ ¿Y eso? ─ se atrevió a preguntar, ganando que buhajeruk cerrara sus ojos con fuerza.

─ Mamá, ivi y yo somos...

─ ¿Novios? Ya era hora.

Iván sintió como si su presión bajara y los labios de rodrigo se abrieron levemente, dando paso a la sorpresa en su ser. Eso quería decir que... ¿su madre siempre supo que le gustaba iván? ¿¡y por qué nunca se lo dijo para darse cuenta de lo estúpido que estaba siendo saliendo con mil chicas para intentar dejar de pensar en iván!?

─ ¿Cómo..?

─ Vi cuando lo besaste ─ admitió la madre finalmente, regalándole una suave y sincera sonrisa a su hijo.

Iván abrió sus ojos nuevamente y miró en dirección al del ojos verdes, este estaba sonriendo enternecido ante la dulzura de su madre y se sintió afortunado de tenerla. Iván también se sintió bastante bien, como si su corazón al fin pudiera latir de manera pausada y relajada, porque esa señora para él fue como la madre que nunca tuvo debido a su trabajo y su falta de tacto con él.

La noche llegó y después de una larga tarde de revelar verdades de parte de los tres, todos estaban en sus respectivas camas. Menos iván, quien dormía junto a rodrigo como era de costumbre incluso cuando eran pequeños.

El castaño se recostó en la cama e invitó al menor a acostarse a su lado, y cuando finalmente lo hizo pasó sus brazos por la cintura del mas alto, apegándose a su cuerpo para poder estar ambos comodamente acostados.

La luz estaba apagada y no había ninguna fuente de iluminación mas que la luz de la luna que llegaba débilmente por entre las cortinas de la ventana de rodrigo.

El mayor de ambos comenzó a repartir besos por todo el rostro de iván, quien soltaba un par de risas cuando sentía varios cosquilleos en las zonas donde el de cabellos castaños posaba sus esponjosos y voluminosos labios. Amaba sentir la suave piel de iván, era tibia y sin dudas bastante perfecta. Cada vez que besaba a su -ahora- novio se sentía como si estuviera parado en una nube lejana a todo el mundo que los rodeaba, porque sin dudas sentir sus labios unidos a los suyos lo hacía sentir mil y un emociones.

─ Te quiero mucho ─ admitió en voz baja iván, su voz sonó suave como de costumbre y con su timbre de voz algo agudo, cosa que a rodrigo le encantaba de su menor, su voz era algo que lo calmaba de todo mal que sintiera y era algo que iba justo con su tan delicado y lindo rostro.

─ Te quiero mucho más, Ivu ─ dicho esto besó repetidas veces los labios del menor y este soltó varias risitas entre los besos que recibía sin negación alguna.

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