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dos.

El más alto se acercó al contrario para poder posicionarse sobre sus piernas con inocencia y ternura. Sonrió ampliamente mientras cruzaba sus brazos por los hombros y cuello de rodrigo, mirandolo con un peculiar brillo en sus ojos.

─ Rodri ─ dijo el pelinegro de a penas unos siete años, buscando la atención del de seis. ─ Feo, escúchame.

─ ¡No soy feo! ─ refunfuñó el de cabellos castaños y labios esponjosos mientras se cruzaba de brazos, no correspondiendo al abrazo que su mayor le había dado. Iván frunció su ceño y lo tomó por sus mejillas, presionando estas con maldad infante. ─ ian, sobtame.

Buhajeruk rió con ternura y se acercó para depositar un dulce beso en la punta de la nariz del menor con felicidad a tope. Su corazón latía muy fuerte y en su estómago se sentían mil y un mariposas revoloteando con delicadeza dentro de sus paredes estomacales.

─ Iván, tu madre ha llegado ─ una fémina voz se escuchó desde el piso de abajo y el nombrado solo se limitó a ver con tristeza real a su compañero.

─ No quiero que te vayas ─ puchereó el más bajo, abrazando fuertemente al pelinegro. ¿Mañana vendrás?

Buhajeruk asintió repetidas veces con su cabeza sin formular ni una sola palabra. Sus mejillas estaban rosadas, rozando un tomo rojizo,

─ ¡Hasta luego!

─ N-nos vemos...

Aquel recuerdo dejó se proyectarse al oír que la puerta de la habitación del contrario era abierta. Rodrigo dirigió su mirada totalmente tranquilo hasta la entrada, viendo a iván sonreírle con grandeza.

─ ¡Ivi! Si viniste.

─ Nunca te diría que vendría y después no lo haría.

Rodrigo sonrió con calidez y extendió su mano en busca de la mano de su mayor, a lo cual éste accedió sin dudarlo ni un microsegundo. Ambos entraron a la habitación del menor de las manos y soltó la pequeña mano de su mayor cuando ambos se sentaron en la cama de este.

─ ¿Cómo va con las clases de baile? ─ inquirió el menor en dirección a su mayor.

─ Bien, creo... Aunque el profesor dice que me falta flexibilidad ─ infló una de sus mejillas mientras sonreía levemente.

─ ¿Seguro que te falta flexibilidad? Hasta donde sé sos muy flexible, ivi..

El mayor miró al otro sin ninguna expresión, como era de costumbre. Sinceramente no le faltaba flexibilidad, era solo el simple hecho de que le daba bastante pereza hacer todos los ejercicios de flexibilidad básicos que el profesor le entregaba a la clase; le gustaría probarse en algo más.

─ ¿Estás libre esta noche? ─ Rodrigo rompió el silencio cuando iván dejó de hablar. ─ Fui invitado a una fiesta de la universidad, ¿me acompañas? Seguramente la amiga de angie está disponible para usted.

El pelinegro tensó su mandíbula mientras parecía pensarlo, pero en realidad estaba queriendo matar a rodrigo por ser su mejor amigo y no darse cuenta de que no le agradaba el hecho de estar en una relación con una chica, sino más bien le agradaría estar en un compromiso con una persona de su mismo sexo. Miró a rodrigo y asintió con su cabeza normalmente.

─ ¿Si? ¡genial!

Rodrigo no tenía idea, lo único que sabía era que estaba bastante feliz de que su mejor amigo aceptara de una vez por todas salir con él.., y sus mejillas tomaron algo de color. Incomprendido por el hecho de pensar en aquello y tener aquella reacción sólo frunció el ceño, sin entender nada. ¿En qué mierda piensas, rodrigo ezequiel carrera?

─ Creo que sí, rodri, ¿qué tan malo podría ser lidiar con un tú estando borracho? ─ bromeó el pelinegro, recibiendo un leve golpe en su hombro.

Este solo rió.

Rió para evitar llorar, porque moría de ganas que rodrigo se diera cuenta de sus sentimientos y dejara de dañarlo inconscientemente. Moría de ganas porque rodrigo correspondiera. Moría de ganas por poder besar los labios de su mejor amigo, abrazarlo cuando quisiera, decirle abiertamente que lo amaba, sin tener ningún miedo a las consecuencias.

Moría de ganas por miles de cosas relacionadas con su amor platónico desde la infancia, pero más moría de ganas por no ser un "maricón" y gustar de las chicas.