siete.

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buhaje estaba sosteniendo un papel con fuerza entre sus pequeñas manos. Estaba ansioso y avergonzado, hace cuatro días había pasado aquella especie de confesión y hasta aquel día no había cruzado ninguna palabra ni mirada con rodrigo, ni si quiera habían compartido un espacio en común gracias a la cobardia del pelinegro. No se había acercado, pero hasta donde sabía, rodrigo  terminó con angie un día después de haberle confesado que le gustaba.

─ ¿Estás listo? ─ inquiere nicolás, quien estaba hablando por teléfono con iván desde hace media hora atrás.

Nicolás odetti era el segundo mejor amigo de iván, quien había tenido que ir a chile por razones familiares, pero nunca perdieron el contacto. Cuando iván se le confesó a rodrigo, comenzó a hablarle a nicolás sobre aquella confesión y odetti nunca lo defraudó, nunca lo criticó; es más, ahora lo estaba apoyando.

iván estaba frente la casa de los carrera con una especie de carta toda arrugada en sus manos, a causa de los nervios había estrechado aquel papel blanco con bordes celestes pastel que contenía dentro todo aquel sentimiento dulce y demasiado empalagoso que había escrito para rodrigo.

Armándose de valor le dijo a nicolás en voz baja que después le contaría su fracaso y le colgó, hasta que finalmente guardó su celular y con pasos temblorosos y torpes se posicionó frente a la puerta de madera para después golpearla con su mano derecha.

─ Hijo ─ sonrió la señora carrera cuando abrió la puerta. Su sonrisa derrochaba ternura y amabilidad por todas partes, después de todo, era como la madre atenta que nunca tuvo. ─ ¿Qué tal? ¿Buscas a rodri?

Iván asintió con su cabeza repetidas veces, demasiado avergonzado. Sin decir ni una palabra se adentró al lugar cuando su madre no biológica se hizo a un lado dándole permiso.

─ Está en el segundo piso, ve con cuidado.

Y sin más le agradeció en voz baja y continuó su marcha en busca de rodrigo. Subió las escaleras con cautela y caminó hasta la puerta de la habitación de su mayor y finalmente tocó la puerta.

 Subió las escaleras con cautela y caminó hasta la puerta de la habitación de su mayor y finalmente tocó la puerta

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Las risas del lugar se escuchaban en todos los rincones de aquella casa. rodrigo-quien tenía 8 años- estaba sobre iván -7 años- mientras le hacía cosquillas. Le gustaba bastante ver como su amigo reía y reía, o como pequeñas lágrimas caían de sus mejillas producto a la risa incontrolable que lo atacaba. Cuando se quejaba de que le dolía la pancita y sus mejillas o cuando le decía que parara, que le daría un zape si no paraba.

─ ¡Rodri!

─ ¿Qué? ─ sonrió divertido mientras sus dedos ágiles seguían haciendo presión repetidas veces sobre las costillas del menor.

Este no paraba de reír, sus ojos estaban más achinados que antes y estaba que estallaba. No respiraba bien, sus mejillas estaban sonrosadas y calentitas.

─ ¡Ya, ay!

rodrigo sonrió con travesura y dejó finalmente de hacerle cosquillas. Cuando iván estuvo a punto de darle un zape mientras soltaba pequeños e inocentes jadeos, rodrigo fue más rápido y besó con inocencia y ternura la mejilla sonrojada de iván.

─ No te perdonaré ─ dijo el menor mientras se cruzaba de brazos, manteniéndose recostado boca arriba sobre el suelo.

─ ¿Y si te doy otro besito, sí me perdonaras? ─ inquirió rodrigo mientras llevaba uno de sus dedos hasta sus rosados y esponjosos labios.

Iván lo pienso un poco y finalmente cedió a aquella propuesta, asintiendo con su cabeza tímidamente.

rodrigo se acercó a su mejilla y depósito otro besito en esta, con dulzura y delicadeza.

─ Iván ─ murmuró rodrigo cuando abrió la puerta de su habitación y se encontró con su menor

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─ Iván ─ murmuró rodrigo cuando abrió la puerta de su habitación y se encontró con su menor.

iván estaba bastante nervioso y sus piernas temblaban nuevamente. Sus ojos tenían un brillo especial, un brillo que rodrigo Jin no comprendía, solo le gustaba ver a su amigo con aquel brillo en sus ojos. Temblaba peligrosamente, como si en algún punto no podría más y caería al suelo; estaba asustado.

─ Olvida todo ─ Iván fue más rápido. ─ Olvida lo que dije, lo que te confesé ─ se aclaró, y sus ojos comenzaron a llenarse nuevamente de lágrimas. ─ Rodri, no quiero perder tu amistad, en serio no quiero.

Los labios del castaño temblaron, y solo se limitó a asentir con su cabeza bastante dolido.

Le gustaba iván.

Lo supo en el momento en el cual se sintió mal por ser la razón por la cual iván llorara.

Lo supo en el momento en el cual iván salió rápidamente corriendo a la salida.

Pero no supo que hacer cuando vió una especie de carta tirada en el pasillo, la cual estaba toda arrugada.

⪩  !  𝙗 𝙤 𝗒 𝗌?  ,  𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora