Poemas de mi corazón oscuro

Ecos de luz y sombra

En el crepúsculo donde los límites entre el cielo y el infierno se desdibujan, un ángel de alas doradas llamado Diones encontró a un demonio de ojos llameantes, Máximo. Sus miradas se cruzaron, y en ese instante, se encendió un fuego que ni el cielo ni el infierno pudieron extinguir.

Diones, con su pureza y luz, sentía una atracción inexplicable hacia la oscuridad que emanaba de Máximo. Su piel era brillosa, hermosa y casi traslúcida, y con su cabello dorado que caían como cascadas en sus hombros , sus ojos oscuros y profundos que ocultaban un amor voraz. Cada encuentro clandestino entre ambos era una danza de deseo prohibido. En las sombras, sus cuerpos se entrelazaban, y la lujuria les consumía en un abrazo sin fin. Nadie entendía cómo dos seres tan distintos podían compartir un amor tan intenso. Sin embargo, en su unión, encontraron la plenitud que ambos mundos les negaban. Cada beso era una promesa de eternidad, cada caricia, un pacto silencioso de pasión desenfrenada. Diones encontraba en los brazos de Máximo una oscuridad que la complementaba , mientras que Máximo hallaba en ella la luz que calmaba su tormento interior. Sus encuentros se volvieron cada vez más arriesgados, pero la pasión que sentían los hacía desafiar cada peligro. En sus corazones sabían que su amor era un sacrilegio , una herejía que ambos estaban dispuestos a pagar .
Y así entre la luz y la sombra, entre el cielo y el infierno, Diones y Máximo vivieron un amor prohibido que ni las leyes divinas ni los mandatos infernales pudieron extinguir.

En la penumbra del edén y el abismo,
Diones y Máximo hallaron su sino.
Entre susurros de fuego y luz,
tejieron su amor, prohibido y sin cruz.

En alas doradas y miradas ardientes,
encontraron deseos, secretos, latentes.
Un roce, un beso, un abrazo mortal,
en la noche eterna, su amor infernal.

Lujuria y pasión en un lazo divino,
sellaron su destino, un fuego genuino.
En el crepúsculo, donde todo termina,
Diones y Máximo, un amor que ilumina.