magicless, voiceless, humanless

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Chapter. 15

"Sin magia, sin voz, sin humanidad"
Final de Quidditch



Lleno de barro, pasto y sudor, James Potter apartó a Sirius hacia un lado.

Se veía notablemente molesto por el modo en el que se quitó los lentes protectores de lluvia y los lanzó hacia un lado. Le apuntó a su amigo, quien también se encontraba cubierto de cualquier basura.

—¿Qué es lo que te pasa, Black! ¿Estás jugando o estás intentando matar a alguien!

Sirius apartó su brazo acusador, respondiendo al violento jalón que había recibido.

—¡Estoy haciendo lo que tú deberías!

La lluvia caía sobre ellos.

Extrañamente en lugar de limpiarlos de la suciedad, parecía agravar las manchas de barro y pegar a sus pieles, aun más, los trozos de pasto.

—¿A qué te refieres con eso? —retrocedió James ante el enojo de su amigo.

—¡No tienes idea de lo que podríamos hacer, de tener el favor de Python! —Debían gritar debido a las muchedumbre en las gradas y de la casi tormenta—. Si haces esto por ella, tendrá una deuda...

—¿Crees que me importa! ¡Es la maldita final!

Sirius tomó a James del chaleco, —No te importa porque no te afecta directamente —dijo, para luego soltarlo de un empujón—. ¿Qué crees que pase cuando descubra que Evans es una sangre sucia! ¡Dime! ¡Dime cómo planeas...!

El discurso de Sirius fue interrumpido por un empujón tan fuerte que cayó de espaldas. Y antes de poder hacer cualquier cosa, ya tenía a James encima tomándole del cuello del uniforme.

—¡Dilo otra vez!

James fue detenido. A jalones, lo separaron de Sirius. Eran de su equipo, Marlene McKinnon y Frank Longbottom.

—¿Qué sucede con ustedes! —gritó Marlene.

—Sabes que no puedes protegerla —fue lo último que dijo Sirius antes de recoger su escoba del suelo.

—Concéntrate en lo tuyo, Potter —le ordenó Frank, quien era el capitán del equipo—. Ahorita no importa nada más que la Snitch.

Mientras, Marlene reprendía a Sirius. Ella no era autoridad, pero todos le temían en cuanto se trataba del Quidditch.

—¿Cuál es tu problema con Greengrass? —explotó Marlene—. Por poco no regresa al partido. ¡Si él se iba, podrías haberte ido con él!

Sirius le dio la espalda, restándole importancia a su berrinche.

—No es casualidad que cambiaran a Zabini de último momento —se excusó—. Deben tener un truco. Más vale vigilarlo.

Marlene no dijo nada más, simplemente le hizo un gesto y ambos se subieron a sus escobas. El tiempo que había pedido Slytherin para revisar a su jugador caído ya casi se cumplía.

Pronto sonó la corneta que indicaba que el partido se reanudaba.

Incluso después de ganar la final y de vuelta a los vestidores, el humor entre James y Sirius no mejoró.

Esperaron a que se despejara el lugar para seguir la discusión pendiente. Se quedaron, dándose las espaldas, sentados en bancas paralelas.

—Sigues siendo el mismo egoísta de siempre, Sirius —sentenció James.

—¿Yo egoísta! —Azotó sus guantes al suelo—. Yo no soy quien apela a una moralidad hipócrita, James. Según tú haces lo correcto, pero eres tú mismo quien decide qué lo es y qué no lo es. Sientas tus propios ideales y te atienes a ellos sin bases, ¡eso!, ¡eso es ser egoísta!

Ve por mis cosas, Potter | James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora