CAPÍTULO 30: OJOS NEGROS

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—¡¿Que hiciste qué?! —recriminó la reina, con ojos furiosos, y un grito que hizo eco en todo el salón.

—Eso mismo que oyes, madre —afirmó Boa con serenidad.

Cuando Gerark alcanzó a sus alumnos, encontró un escenario caótico. Kin estaba desmayado y cargado en brazos por Boa. Asher estaba sentado en el suelo, exhausto. Liam estaba tirado y empapado de sudor, Yendry contaba una por una las melladuras que tenía su espada. Confundido, Gerark demandó una explicación, que Dara le brindó. Tras ponerse al tanto, indignado, fue con la misma reina para quejarse.

—¿Por qué lo hiciste, Schericcia?

—Intenté despertar el poder de su kay.

—Aunque esa fuera su intención —interrumpió Gerark—, puso en riesgo la vida de Kin. Además, su guardia peleó contra mis muchachos. Pudo herirlos de gravedad.

—Entiendo su preocupación, señor Gerark —habló la reina—. Pido que disculpe la actitud de mi hija. Le aseguro que estos actos no se repetirán.

—Claro que no, mi señora, porque esta misma noche volvemos a Krabularo.

—¡No quiero! —rezongó Kin. Estaba en un rincón del salón, junto con los demás involucrados.

—¡No me importa lo que quieras! ¡Vamos a regresar!

—¡Pero yo no quiero irme, quiero poder hacer lo mismo que hizo ella! —insistió muy exaltado.

—Señor Gerark —intervino Boa—, reitero mis disculpas por lo sucedido. Le aseguro con mi vida que esto no sucederá nuevamente. Le pido que no menosprecie mis disculpas ni tampoco los deseos del pequeño Kin.

—Yo también... se lo pido —agregó la reina—. Pido que reconsidere su decisión.

—No busco arruinar este viaje para mis muchachos, pero... es que... —Soltó un largo suspiro—. Está bien, lo pensaré mejor.

—Gracias, maestro.

—Ahora, por favor —anunció la reina—, le pido a nuestros invitados que asistan al banquete preparado para recibirlos. También tendrán a su disposición los mejores aposentos para que descansen de su largo viaje. Nuestra hospitalidad no tendrá límites para ustedes.

Los forasteros de Krabularo se retiraron, pero un trío de chicas adolescentes, visiblemente preocupadas, entró al mismo tiempo.

—¡Maestra Boa, el joven Asher nos dijo que se había metido en un problema! —Se apresuraron a darle un abrazo.

—Nada grave, chicas, no se preocupen. —Su respuesta logro extinguir la preocupación de sus caras.

—¿Maestra? —se cuestionó Gerark en voz alta.

—¡Ay, perdón, lo había olvidado! Soy maestra de un grupo de chicas. Al igual que usted, las entreno para que se gradúen como supervisoras militares reales (rango equivalente a soldado real en Laria). Son mi primer grupo.

—Así que usted también es maestra...

—Sí. Puede que sea mi primera vez, pero yo creo que, como maestros, debemos incentivarlos a sacar provecho de todas las experiencias, buenas y malas. —Gerark soltó una breve carcajada.

Mientras tanto, las alumnas de Boa desfilaron para presentarse.

—¡Mucho gusto! Me llamo Kaina Charavison y tengo catorce kronus. —Jovencita de cabello castaño hasta los hombros, ojos negros, como su túnica de terciopelo.

—¡Me llamo Paula Domices y tengo quince kronus! —Más alta que su compañera. Ojos grises, cabello rojizo, amarrado en una cola alta. Llevaba puesta una armadura de cuero.

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