CAPÍTULO 35: SAL CONMIGO

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—El clan Azure fue un pequeño pueblo que vivía en la frontera de Koixuona con Rurucen. —La soltó y se puso a rebuscar en los estantes, hasta encontrar un libro de tapa gris—. La mayoría de sus miembros eran fragmentos, no se sabe por qué. Las otras familias y clanes los dejaron vivir en paz, hasta trece o catorce kronus atrás, cuando fueron acusados de traicionar a su país al comunicarse con Rurucen. El rey mandó a masacrarlos a todos. La traición fue su excusa, pero yo creo que lo hizo por miedo. Era cuestión de tiempo.

"¿Hace trece o catorce kronus?" Una especie de revelación cruzó por la mente de Dara.

—Toma —le entregó el libro a Dara—, puedes llevártelo si quieres saber más del clan, y también puedes llevarte otros libros, ya he leído y releído todos.

—¡Gracias, señorita Melany! —se inclinó, en forma de agradecimiento—. Mejor voy con Paula. Ella quiera hablar conmigo también.

—¡Es verdad! Pasa por aquí antes de irte. ¿Me visitarás otro daius?

—No... sé si pueda.

—Entiendo. Si no vuelves por aquí, vive, llega lejos, para sentir el honor de haber conocido a la plebeya fragmento que desafió su destino como plebeya, y como fragmento.

 Si no vuelves por aquí, vive, llega lejos, para sentir el honor de haber conocido a la plebeya fragmento que desafió su destino como plebeya, y como fragmento

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—Hoy no avanzamos mucho, pero estamos yendo bien, a este paso demorarás menos que yo para controlar a tu kay.

—¡Maestra! ¡Kin! Estaba buscándolos. ¿No iban a descansar hoy? —gritó Calypso, tras darles el encuentro.

—Eso fue lo que acordamos, pero Kin me dijo que no quería descansar. ¿Y tus compañeras?

—Kaina y Paula también están entrenando, parece que nadie quería descansar —comentó riéndose.

—Perfecto, iré a darles el alcance. ¿Y tú? Viniste por Kin, ¿verdad?

—Sí... tal vez —contestó sonrojada—, yo pensaba que... podríamos dar un paseo por la ciudad. Hay tantos lugares que visitar... y es mejor hacerlo en compañía...

—Ella siempre es así —le susurró a Kin—. Creo que te divertirás con ella. —Le dio una palmada en la espalda y se retiró, viéndolos de reojo.

—¿Por qué no querías descansar?

—Si quería, tenía planes, pero al final no pude cumplirlos... como no tenía nada más que hacer, vine a entrenar con la señorita Boa.

—¡Entonces acompáñame! Te llevaré a los lugares de los que te hablé. —Se apegó a su brazo derecho, haciendo que uno de sus senos roce la piel de Kin.

—¡Por supuesto! —afirmó sonrojado—. No puedo salir sin pedirle permiso al maestro Gerark, espérame.

—No es necesario, voy contigo.

Mientras caminaban por los pasillos, Calypso no paraba de abrazar a Kin. Él estaba un poco nervioso e incómodo al sentir su aroma, su tersa piel rozándolo, generando un cosquilleo en su pecho y su entrepierna.

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