Amor Absoluto. jenlisa g!p. (adaptación)

capítulo 4.

Pov Lisa

Fuí dando algunos pasos hasta dejarla encima de la monstruosa cama. Se estiró y me observó con un gesto expectante. Permanecí inmóvil pensando mi próximo movimiento, mientras mi mente divagaba en dos direcciones completamente opuestas.
Mi faceta lógica y racional me decía que me vistiera, irme y rezar para que ella no volviera a mencionar este episodio en la vida. Pero mi otra faceta (a la que casi nunca le hacía caso) me recordaba que tenía algunas necesidades básicas, y llevaba años privada de compañía de cualquier tipo, y en ese momento me gritaba que saltara encima de ella y continuara lo que había empezado antes de que me diera sueño.

Me vinieron a la cabeza las palabras de mi hermana: "¡No me vengas con que no te encantaría echar un buen polvo con esa traviesa alumna tuya y enseñarle quien manda aquí!.

Bueno, pues eso no iba a pasar bajo ningún concepto. Tenía la sensación de que la señorita Kim eran quien mandaba aquí y por mucho que yo... hiciera eso, las cosas no iban a cambiar de ninguna de las maneras. Además, ni siquiera sabía cómo
desenvolverme en esa situación. Deseé contar con más experiencia para poder demostrarle realmente quién era yo, no exactamente quien mandaba, pero al menos que estábamos en igualdad de condiciones.

La miré ahí tendida, expectante, con su bonita melena extendida sobre la colcha morada. El roce de sus labios rojos sobre mi cuerpo había sido una sensación de lo más placentera. ¿Experimentaría con el resto de su cuerpo una sensación aún mejor? Por mucho que me desagradara su comportamiento en clase y la indumentaria que acostumbraba usar, tenía claro que deseaba estar dentro de ella por encima de
cualquier cosa. ¿Había alguna posibilidad de que ella me deseara hasta ese punto? Al fin y al cabo, había bebido hace un rato y, aunque daba la impresión de tener mucha experiencia, yo no quería aprovecharme de su estado de ebriedad.

— ¿Estás borracha? — pregunté.

— No. — Sonrío con picardía — ¿Por qué?

— No quiero aprovecharme de ti.

— Es un buen detalle de tu parte, Lisa, pero ya soy mayor y sé lo que hago — replicó, y se recostó sobre los codos.

— ¿Qué haces? — pregunté, sin poder contenerme.

— Bueno, a juzgar por las apariencias, yo diría que la buenísima de mi profesora está a punto de follarme — respondió con una pícara sonrisa — ¿Y tú qué haces? — añadió, enarcando una ceja.

No tengo la más mínima idea. Debería irme y, sin embargo, soy incapaz de dar un paso hacia la puerta.

— No lo sé — le dije, tocando su pelo — No sé lo que estoy haciendo.

— Quieres acostarte conmigo, ¿No?

— Sí — contesté.

— Y yo quiero acostarme contigo — declaró — ¿Algún problema?

Uff, no sé... Mi carrera cómo docente, tu reputación, el hecho de que el viernes volverás a estar en mi clase como si no pasara nada...

— Mira, Lisa, es evidente que estás nerviosa — señaló, y se sentó en la cama —Pero de verdad, no deberías darle más vueltas a esto. Sólo es sexo. Se supone que es para pasarlo bien, ¿recuerdas?

El sexo no había sido precisamente una diversión para mí. En teoría era lo más natural del mundo, pero jamás lo disfruté en mi caso. Las pocas mujeres con las que había salido hasta la fecha jamás quedaron satisfechas. Jamás.

Estaba claro que esta chica estaba acostumbrada a disfrutar de la sexualidad, lo cuál hacía acrecentar mi inquietud. ¿Y si se burlaba de mí al descubrir mi torpeza al tocarla? Ni mis conocimientos ni mis logros académicos valían, ya que en su dormitorio sólo era una novata. Ella seguía observándome, obviamente esperando que yo tomara la iniciativa. Alargó la mano a modo de invitación y me dedicó una sonrisa.