capítulo 5

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Pov Lisa


A la mañana siguiente hice algo insólito: me quedé dormida. Llegaba tarde, así que salí de la cama y gruñí al sentir que mis músculos protestaban. No me había estirado después de mi tabla de entrenamiento del día anterior y ahora sufría las consecuencias. Fuí tropezando hasta el baño para hacer mi rutina diaria,
pero no estaba cansada. De echo, había dormido fenomenal después de...

Oh Dios, me acosté con la señorita Kim.

Ella me había llevado a su casa y prácticamente me había seducido. Y me había gustado. Incluso se las había ingeniado para colarse en mi subconsciente, y en ese preciso momento recordé nítidamente lo que estaba soñando justo antes de despertar, una escena de la noche anterior: la señorita Kim de rodillas, complaciéndome con sexo oral.
Pero, a diferencia de la realidad, yo era quien llevaba
las riendas. Con los dedos alrededor de su cola de caballo, yo embestía su boca mientras ella levantaba la mirada hacia mí, con una expresión lujuriosa y sumisa a la vez, prácticamente suplicándome que la dominara.

Por el amor de Dios, ¡¿qué me está pasando?!

Abrí el grifo de la ducha y sacudí mi cabeza al colocarme bajo el agua. Nunca antes había sentido el deseo de dominar a una mujer, y en ese momento recordé el sueño con todo lujo de detalles: Cómo ella gritaba de placer.

Evidentemente, era consecuencia del sándwich que había comido en su casa. No era conveniente comer
antes de irse a dormir, había oído que podía provocar pesadillas.

Era obvio que a ella le gustaba llevar la voz cantante en la cama y la versión que aparecía en mi sueño era todo lo contrario de la mujer con la que había pasado la noche.
¡Me había acostado con mi alumna! ¡Con esa alumna irritante, desubicada y malhablada a más no poder!

Me golpeé la frente con la mampara de la ducha, dos veces.

Ay.

Me froté la frente, sintiéndome una verdadera idiota. Al terminar me sequé apresuradamente, con la esperanza de sacarme el recuerdo de la noche anterior retomando mi rutina habitual, que incluía ir a una incursión en el centro de la ciudad. Por lo general quedaba a comer con Rosé dos veces a la semana, pues yo solamente pasaba en el campus tres de cada cinco días laborales, y ella solía salir casi todas las noches. El bar lo atendía principalmente su amiga
Saerom, por lo que Rosé disponía de mucho tiempo libre para sus conquistas y para pasar lo que ella consideraba un buen rato.

No me explicaba por qué a Rosé le agradaba pasar tiempo conmigo teniendo en cuenta de que me consideraba aburrida, aunque probablemente se debía a que pensaba que me encontraba sola; yo disfrutaba a solas con mis libros y mi televisión, pero no podía negar lo agradable que sería contar con alguien con quién pasar el rato, y aspiraba a formar una familia algún día. La posibilidad de que eso ocurriera parecía cada vez más lejana a medida que pasaban los años y asistía a las bodas de mis amigos de la universidad junto a los bautizos de sus hijos, eternamente sola.

Sin embargo, no soy de las que se quejan. La soledad se había convertido en una parte indispensable en mí: incluso en el instituto, pasaba la mayoría de las noches y fines de semana sola. No encajaba en ninguna parte. Me tildaban como 'rata de biblioteca' por mis gafas y mi forma de vestir y, cuando fuí incluida a ellos, lo único que descubrí fue mi falta de interés en los juegos de ron en general, el género de ciencia ficción, o las computadoras. Me gustaba leer libros clásicos, escuchar los viejos discos de mi padre y jugar ajedrez, lo cuál me convirtió en una marginada incluso entre los marginados. En la universidad y en la escuela de posgrado la cosa
resultó más fácil, y me reconfortó la poca cantidad de buenos amigos que hice por aquel entonces, a pesar de que no los veía muy a menudo.

Amor Absoluto. jenlisa g!p. (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora