capítulo 7.

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Pov Lisa

Conduje a casa desde el campus con un extraño aturdimiento. Apenas recuerdo el momento en que había entrado a mi apartamento, y no tardé en conectarme a Facebook, una vez más, para chusmear el perfil de la señorita Kim. Había actualizado su estado hacia escasos minutos.

¡¡Concierto en L.A!!!'

¿L.A? ¿Los Ángeles? ¡Qué locura!

No daba crédito. La señorita Kim había comentado que tenían un 'buen camino' por delante, lo cual era un tremendo eufemismo. Los Ángeles se encontraba a seis horas en coche. La idea de que la señorita Kim hiciera un trayecto tan grande solo en compañía de otras dos chicas me desagradaba terriblemente.

¿Acaso no le preocupaba su propia seguridad?
¿Es que no basta con ir a un concierto de por aquí?

En mi opinión, nadie en sus cabales conduciría seis horas en el momento con tal de asistir a un concierto de dos horas. ¿Tenía la costumbre de hacer este tipo de cosas? Encima había mencionado que volverían al día siguiente con resaca, de modo que era conveniente que ninguna conduzca después del concierto en vista de que iban a beber.

Reflexioné sobre su ofrecimiento de que yo pasara por su casa al día siguiente por la noche. Casi con toda seguridad sabría que ella no le contaría nada a sus amigas de la universidad si me presentaba allí de nuevo, pero ¿Qué sentido tendría, en realidad? No me caía bien.
La manera en la que se había encarado conmigo por falta de espíritu aventurero en la vida me había sorprendido y deseaba que se me ocurriese un contraargumento a eso.

Suspiré, apagué la computadora y seguidamente puse música clásica y me tendí en el sofá con el propósito de dormir una siesta. Tenía que ir a casa de mis padres en unas horas.

                                         •••

Me había despertado adolorida y con mucha excitación, con imágenes revoloteando en mi cabeza en las que la señorita Kim y yo aparecíamos en diversas posturas comprometedoras.

Al llegar a casa de mis padres seguía con el humor de perros. Ver el auto de mi hermanastra estacionado en el camino de la entrada no hizo más que empeorar las cosas, dado a que sabía con toda seguridad que no pararía de hablar sobre la señorita Kim.

— Hola, cielo — dijo mi madre, risueña al abrir la puerta — ¿Cuántas veces tengo que decirte que entres directamente y que no llames al timbre como si fueras un desconocido?

— Perdón, mamá. — dije y le dí un abrazo.

Me quité el abrigo y me acompaño al salón, donde Rosé y mi padrastro ya estaban sentados. Mi padrastro y mi madre se habían conocido en un grupo de apoyo de viudos cuando yo tenía diez años. Tras varios meses de relación, Rosé y su padre se mudaron a nuestra casa, y poco después Rosé y yo pasamos a ser hermanastras.

Por muy feliz que hiciera a mi madre yo estaba decidida a odiar a los intrusos, extrañaba a mi padre. Pero me resultó imposible sentir antipatía, mi padrastro nunca me presionó para que fuera más activa y consiguiera algo. Al parecer entendía la
necesidad de espacio y soledad.

A estas alturas, apenas recordaba un momento sin la presencia de ambos, y entendía que era afortunada por tenerlos en mi vida.

— Lisa, me alegro mucho de verte hija. — dijo mi padrastro.

— Hola — balbucí, dándole palmaditas en la espalda.

Me senté mientras Rosé mantenía alguna conversación con mi madre.

Amor Absoluto. jenlisa g!p. (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora