Capítulo 10

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La cara de Pablo se iluminó, antes de llevar su mano rozando cariñosamente el cabello de Marizza. Ella se inclinó buscando de nuevo la boca de Pablo. Se fusionaron en un beso ardiente mientras sus lenguas empezaron a jugar entre ellas. Sus gemidos se entremezclaron entre sí.

Casi al instante, Pablo sintió la erección contra sus pantalones. Pablo se inclinó sobre ella, guiándola al filo de la cama y cuando se toparon con ella, se recostaron sin dejar de besarse.

El joven se colocó encima de ella, presionando sus palmas en el colchón. Él se separó de su boca para admirarle y Marizza pudo ver como la adoración en su mirada

-Lo eres todo para mí, Marizza-. Susurró Pablo, mostrándose muy vulnerable.

Marizza sonrió algo abrumada y sin darle tiempo a responder, él se inclinó de nuevo juntando sus labios. Aprovechó para envolver sus brazos alrededor del cuerpo de Marizza, mientras acariciaba su cuerpo por encima de la ropa y empezó a bajarle vestido hacia abajo dejando libre el corpiño blanco a la vista.

Pablo tiró del resto del vestido por sus piernas delgadas hasta que no quedó nada en su cuerpo, solo la ropa interior. Pablo besó sus labios antes de separarse de ella, arrodillarse a su lado y observar su cuerpo, medio desnudo. Clavó la mirada en la bombacha y sonrió.

La respiración de Marizza se aceleró cuando notó la mirada penetrante de su novio en su cuerpo. Y a pesar de todo, ella se sentía bien, algo nerviosa, pero sentir como él la observaba le hacía sentir deseada y eso le impulsaba a seguir. Fue en ese momento que una parte de ella quería ir más rápido a pesar de que Pablo parecía tomárselo con calma.

Ella tomó la iniciativa de elevarse y quedarse sentada para empezar a desabrochar los botones de la camisa de él. Quería verlo desnudo también. Pablo le imitó, mientras dejaba que ella le desvistiera. Pablo no pudo resistir la tentación de inclinarse y besar el cuello, pasar la lengua por su piel suave e incluso darle un pequeño mordisquito en el hombro mientras ella le quitaba la camisa por sus hombros.

Marizza no se podía concentrar si Pablo le besaba ahí, en el cuello y en su piel, por un momento dejó lo que estaba haciendo para sentir los labios de su novio provocandole así. Hasta que finalmente, pasó los brazos por sus hombros quitándole la camisa.

A pesar de los nervios, Marizza volvió a separarse ligeramente y llevó sus propias manos hacia su espalda tratando de encontrar el broche para desabrochar el corpiño, estaba tan nerviosa que tuvo que intentarlo hasta tres veces, hasta que finalmente éste cedió.

Pablo la besó en la mejilla, calmándola pues notó los nervios mientras ella hacia las maniobras y fue él quien agarró la tira del corpiño lo bajó, quedando expuesto así sus pechos. Pablo no la miro de primeras, solo observó su rostro que parecía algo avergonzada, antes de deslizar la mirada por primera vez a los pechos desnudos de su novia. Los había tocado  y acariciado en alguna ocasión por debajo del corpiño, pero no los había visto sin nada. Y eran hasta incluso mejores de lo que imaginaba. 

Estos subían y bajaban debido a intensidad del momento, mientras él le observaba con la boca medio abierta casi embobado en ellos. Pudo ver como los pezones se endurecían bajo su ardiente mirada.

Marizza sintió un poco de vergüenza y por un momento tuvo la tentación de taparse. Pero entonces él habló.

-Lindísima. –Susurró Pablo.

-Son pequeñas, -dijo Marizza, haciendo el intento de taparse.

-Son perfectas. –Masculló Pablo, cuando atrajo su cuerpo al suyo, abrazándole y sus pezones rozaron su cuerpo.

Cuerpo a cuerpo, corazón con corazón, ambos sintieron sus pieles rozándose y eso hizo que ambos se sintieran más excitados.

Pablo la besó de nuevo, mientras le abrazaba sintiendo sus pieles desnudas una contra otra. Las lenguas jugando entre sí, explorando la boca del otro sin piedad y con fuerza.

Marizza & Pablo - Tercera temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora