Capítulo 4

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Pablo se tensó cuando sintió las manos de su novia bajo la ramera, las manos suaves empezaron acariciar su vientre subiendo por su pecho.

Marizza no sabía porque tenía la necesidad de tocarle, pero necesitaba sentir el contacto de su piel. Pablo se separó de sus labios levemente y se miraron a los ojos, con sus respiraciones más agitadas de lo normal. Se observaron por un instante, antes de que Pablo volviera a besarla esta vez con más delicadeza. Pero pronto el deseo que poco a poco iba apoderándose de la pareja empezó a manifestarse, aumentando la pasión en sus besos.

Marizza metió la lengua en el interior de su boca, mientras siguió acariciando su piel por debajo de la ropa.

Pablo seguía sumido en una espiral de pasión y si no estuviera su mente nublada, se hubiera detenido. Pero en ese momento no había nada que le hiciera parar. Se echó sobre ella, besándole con pasión antes de empezar un reguero de besos hacia el cuello de su novia. Marizza llevó su mano a los cabellos rubios de él y los acarició, Pablo estaba besando y lamiendo su cuello.

Las manos de Pablo bajaron por su cintura al filo de la ramera, sujetándola con firmeza y empezó a acariciarle cada centímetro de su piel.

- ¡MARIZZA!

El grito fuerte se escuchó a través de la playa. Ambos se separaron de un salto sin saber que estaba pasando. Miraron a través de la oscuridad para ver a Sonia, Franco y Manuel que se acercaban a ellos con desesperación.

Marizza y Pablo suspiraron frustrados y se pusieron en pie justo cuando Sonia llegó a su altura.

-Mamá, pero ¿qué pasa?.

- ¿Cómo que qué pasa? El susto que nos habéis dado los dos. –Dijo mirando a Pablo.

-Solo estábamos paseando.

- ¿Paseando? Volvamos al hotel. Vos y yo ya hablaremos.

-Pero se puede saber qué te pasa, Sonia. Ahora no puedo ni ir a pasear con mi novio.

-¿A estas horas? No podes ir a pasear por la mañana. Nos diste un susto de muerte.

Franco observaba la escena desde la distancia, pero también parecía que miraba a Pablo mientras Marizza y Sonia iban delante discutiendo y no precisamente en voz baja.

-Intenté calmarlos, pero fue imposible. –Susurró Manuel.

-Ya, gracias igual. ¿Cómo se han enterado?

-Y no sé, yo fui un momento a ver a Mia, y de repente apareció Sonia diciendo que quería ver a Marizza. Al verme allá pensó que estarían en nuestra habitación solos, pero cuando vieron que no había nadie se puso histérica. Lo siento no pude hacer nada más.

-Gracias.

****

A la mañana siguiente, cuando Pablo y Manuel entraron en el comedor del hotel para desayunar, rápidamente notaron el ambiente tenso. Marizza aún seguía enojada con su mama, aunque para hacerle sentir más enojada se lanzó a los brazos de su novio y le besó apasionadamente en mitad de todo el salón. Pablo puso distancia entre ellos para ir a desayunar, no sin antes dirigir una mirada a todos sus amigos observándoles. La mirada de Sonia recayó en él y Pablo sintió un poco de miedo. Apartó la mirada y se sentó en el hueco que le habían dejado entre Manuel y Marizza.

A diferencia del día anterior, Sonia y Franco estuvieron con los adolescentes todo el día lo que no les permitió estar mucho rato a solas. Como si de una familia se tratase volvieron a la playa donde se la pasaron jugando a las palas, bañándose y jugando a futbol. Todos a excepción de Mia y Sonia, participaron en los juegos.

Marizza & Pablo - Tercera temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora