Capítulo 11

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*AVISO: A PARTIR DE AHORA CASI TODOS LOS CAPÍTULOS TENDRÁN MOMENTOS NO APTO PARA MENORES*

Pablo se despertó a media noche cuando su novia se separó de su cuerpo. Estaba somnoliento, cuando abrió un ojo para ver a Marizza se levantaba tapándose el cuerpo con su camisa.

-¿Marizza? –Susurró.

-Voy al baño. –Dijo ella, con una sonrisa y le besó.

Pablo se relajó mientras escuchaba los movimientos de su novia por su casa, y cuando sintió que volvía hacia la cama, él abrió los ojos y, también los brazos para instarle para abrazarla.

Marizza estaba algo somnolienta, pero sonrió por su gesto y no dudo en entrar en sus brazos. Pablo escondió su rostro en el cuello de Marizza, le besó en él. Se quedaron así por un largo momento, simplemente disfrutando del roce. Hasta que Pablo buscó sus labios, besándole suavemente. Pero estos no tardaron en intensificarse a medida que las manos de Marizza empezaron a acariciar el cuerpo de su novio.

Las manos de Marizza fueron directamente hacia el pene de él. Pablo gimió contra su boca, cuando su novia rodó, empujo a Pablo contra la cama.

Ella quería probarlo y necesitaba tener el control. Quería darle placer y también volver a sentirlo. Le miró a los ojos mientras se mordía el labio.

-¿Condón? –preguntó Marizza mientras acarició de nuevo su miembro.

-Si... titubeando, Pablo se estiró para agarrar uno de del cajón.

Marizza prestó atención a como él se lo puso.

Con un suspiro, Marizza le montó a horcajadas y sostuvo su miembro firme mientras la colocaba en posición y se dejaba caer lentamente sobre ella. Ella notó un poco de dolor; se mordió el labio al sentir la incomodidad que le producía aquel estiramiento en su interior para dejarle entrar en ella. 

Pero también estaba maravillada de sentir aquel calor y aquella dureza entrar cada vez más profundo en su cuerpo, y se recreó en el lento movimiento, centímetro a centímetro. Era una sensación tan excitante, que se elevó hasta casi salirse del todo y volvió a empezar. Una y otra vez.

Pablo tiró la sábana con los puños y su frente se llenó de sudor. Marizza estaba adentrándose sólo hasta la mitad antes de deslizarse de nuevo hacia arriba, y Pablo estaba a punto de enloquecer. No se atrevía a tocarla, porque si lo hacía, perdería el control. La iniciativa era de ella, hasta el final. Marizza tenía una expresión preciosa, absorta mientras exploraba el placer. 

Estaba concentrada exclusivamente en sus propias sensaciones físicas mientras subía y bajaba, pero Pablo no se sentía excluido. El hecho de observarla aprendiendo a conocer su sensualidad resultaba tan excitante como otras muchas cosas, y la manera en que lo hacía le estaba matando de placer.

Marizza cerró los ojos bajo la oleada de pasión. Todo lo que había aprendido la noche anterior no era nada comparado con esto; ahora su cuerpo sabía el éxtasis que le esperaba, y gozaba igualmente de cada instante que llevaba hasta allí. 

Luchó contra la necesidad de ir rápido, pero quería saborear lentamente cada una de las deliciosas sensaciones que tenía cada vez que dejaba entrar su miembro en el interior de su cuerpo al elevarse sobre Pablo. Sentir el roce de su sexo de su interior, y sentir ese indescriptible momento en que la penetración se hacía más profunda al volver a caer. 

Gimió en voz alta, notando que se aproximaba el orgasmo. "Aún no", pensó. Estaba disfrutando demasiado de aquello. No había ninguna prIsa.

Pablo se agitaba sobre la sábana. Oh, Dios, si Marizza no se daba prisa, iba a morirse.

Marizza & Pablo - Tercera temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora