Cristales de sangre ⚔︎

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Jimin

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Jimin.

Kalaí siempre ha sabido sobresalir en sus festividades a lo largo de los años, por ello, no me sorprendió toda la algarabía que nos rodeó desde el primer instante que llegamos al gran palacio de Kartel.

El festival de la cosecha dio inicio con el anuncio de una importante cena. Realeza y nobleza de todas las naciones invitadas están aquí, conversando, riendo, bailando, yendo de un lado a otro, custodiados siempre por sus guardias reales.

Debo decir que el palacio es hermoso, está decorado con muchas piedras valiosas que muestran la inmensa fortuna de la dinastía Jung, altos pilares de mármol blanco y cubiertos con acabados de oro que relucen mucho más gracias a las luces doradas de los candelabros. Los cortinajes llevan los colores representativos del reino, y en el suelo una gran águila, hermosa y majestuosa está pintada en el centro, con sus plumas llenas de escarcha dorada y sus ojos compuestos de diamantes amarillos.

El ambiente festivo a mi alrededor me obliga a mantenerme alerta, no me gusta la idea de sentirme expuesto ante tantas personas, pero la voz en mi interior que alimenta a mi deber se encarga de recordarme que estoy aquí por una razón específica.

—Deberías sonreír un poco más, ¿no crees, hermano?

La voz de Heena me distrae un poco y agradezco por ello. Mi hermana ha estado a mi lado desde que llegué, porque según el pensamiento de los reyes, es bueno para la imagen familiar si todos los demás monarcas notan el inquebrantable lazo de hermanos que compartimos.

Estoy seguro que no está funcionando. Heena ha estado ocupada todo el rato mirando a todos los hombres de grandes títulos que representen un posible matrimonio, mientras que yo trato de controlar el temor que siento, tratando de convencerme de que nadie aquí puede descubrir lo que soy. Tampoco sospecharlo.

Siempre me pasa lo mismo. Cada vez que estoy lejos de mi reino siento que el terreno que piso tiembla con el mínimo paso, y que la cortina que esconde a mi secreto se arruina más con el tiempo.

Me siento en el borde del abismo. Un falso, un mentiroso y un cobarde. Alguien que permanece encadenado y que ha aprendido a vivir con esas cadenas a tal extremo que, no se atreve a liberarse de ellas, porque teme a sangrar más de lo que ya lo ha hecho.

Un toque en mi hombro me hace reaccionar, miro a mi hermana, encontrándome con sus ojos claros que me observan con la misma frialdad que recuerdo. Es hermosa, puedo jurar que es la joven más hermosa de todo el reino de Luar, y, aun así, también estoy seguro que Heena no tiene lo necesario para convertirse en reina. Sus ambiciones son vacías, su instinto de protección es nulo y su interés por los asuntos de la corte no existen a menos que haya alguna festividad de por medio.

Me reprendo por esos pensamientos, y me obligo a sonreír. Las exigencias de la reina Silai son hacer resaltar a mi hermana, presentarle personas importantes y salvarla en momentos incómodos. Es lo que debo hacer como hermano mayor, lucirla como orgullosa heredera.

La joya del monarca ⚔︎ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora